Importancia de la empresa privada

A veces se habla de las fuerzas vivas del país. Las públicas y privadas. Los diputados, creo que son una fuerza viva, lo mismo que los altos ejecutivos de los ministerios. En el sector privado, me parece que son fuerzas vivas los trabajadores, organizados o no, las agrupaciones culturales, los formadores de opinión, el conjunto de empresas privadas, los estudiantes, los académicos, los profesionales de determinadas actividades, por ejemplo, los abogados, los médicos, los educadores.  El Diccionario Usual del Poder Judicial define las fuerzas vivas como personas o grupos representativos de la actividad económica, social o política de una comunidad o sociedad.

El mercado, esa portentosa forma de organizar las relaciones económicas, es el campo de confluencia de necesidades y satisfactores. El mercado tiene unas reglas de juego, por ejemplo, la competencia. De la competencia, se puede transferir a la sociedad en general la noción de que, en una sociedad democrática liberal, no es conveniente que nadie tenga demasiado poder, porque siendo nuestra inteligencia limitada y la realidad tan compleja, la concentración de poder reduce la posibilidad de que haya muchos experimentos individuales sobre cómo vivir mejor.

Todos los consumidores nos atenemos a las reglas del mercado de manera individual o familiar. Las empresas también se atienen a esas reglas, pero a diferencia de las decisiones del consumidor, la cantidad de pensamiento que conlleva el atenerse a esas reglas por parte de las empresas, imagino que es mucho mayor. Ninguna familia invierte en pensar sobre qué consumir, cuánto y cuándo, como el tiempo que invierte una empresa en pensar qué producir, cuánto y cuándo. De una cierta manera, las empresas son centros de pensamiento y en ellas se toman cientos de decisiones, generalmente con métodos ordenados. Por eso me ha parecido que los participantes en las empresas viven en ellas un determinado proceso de formación que es muy enriquecedor. Los programas de inducción y de desarrollo tienen esa finalidad. O sea que las empresas son órganos de formación y esa formación podría permear hacia el resto de la sociedad.

La acción ordenada que se realiza en las empresas podría ser muy beneficiosa en otras entidades de la sociedad. Imaginemos cuán útil podría ser esa forma de accionar de las empresas, siempre preocupadas por la eficiencia y por la eficacia, en caso por ejemplo de una emergencia nacional. Imaginemos una gran crisis de agua o una gran caída de la producción agrícola y los recursos de decisión y ejecución que podrían brindar algunas o muchas empresas privadas para conjurar la crisis. Las empresas son espacios de realismo y resultados. Cuán útil podría resultar la forma de vivir en esos espacios a estudiantes y políticos … y sin duda al público en general.

La aspiración a la eficacia la cual se vive en las empresas es una oportunidad de formación para sus colaboradores, la cual podría aprovecharse más intensamente, por ejemplo. Transfiriendo los conocimientos y destrezas que se utilizan en las empresas, a la vida ordinaria de las familias. ¿Suena descabellado que los padres llevaran a su familia sus buenas prácticas de toma de decisiones, pensamiento estratégico, pensamiento crítico, acción colaborativa?

Desde hace algunos decenios las empresas privadas reconocen su responsabilidad social corporativa, la cual comenzó siendo trabajo voluntario, por ejemplo, para pintar la escuelita del pueblo cercano, pero que hoy alcanza otras expresiones de mucho mayor significado. En esto pueden ser estímulo y ejemplo para los ciudadanos y para las entidades públicas.

En Costa Rica la AED (Alianza Empresarial para el Desarrollo) promueve modelos de negocios basados en principios de responsabilidad social que permitan a las empresas aspirar a su sostenibilidad y fortalecimiento en el tiempo. Eso quiere decir, entre otras cosas, que la sostenibilidad solo es alcanzable si las organizaciones reconocen y se responsabilizan por sus impactos, Si establecen relaciones ganar- ganar y se comprometen y forman parte del desarrollo sostenible de la sociedad donde se encuentran. Todo esto, apegadas al comportamiento de … asumir y gestionar los impactos que su operación genera en la sociedad y en el ambiente, a través no sólo del cumplimiento legal y la normativa internacional, sino además del diálogo constante con las partes interesadas, procurando siempre aportar valor y contribuir al desarrollo sostenible. 

La práctica de la responsabilidad social en las empresas es una oportunidad de formación para sus colaboradores, quienes podrían incorporar a su vida privada estos valores de contribución al bien común. Así enriqueceríamos nuestra interdependencia mutua permeándola de formas constructivas de convivencia. Imaginemos lo que ocurriría si la noción de bien común que subyace a las prácticas de responsabilidad social corporativa, la convirtiéramos en móvil de la acción política. 

Estas son las formas blandas de contribuir al bienestar de la sociedad. Las formas duras o sustantivas están a la vista en las estadísticas nacionales y son las consabidas variables de ocupación, entrenamiento de los colaboradores, producción, generación de divisas a través de las exportaciones, innovaciones que hacen a la empresa y al país más competitivos. 

Las empresas deben verse a sí mismas como un referente de eficacia y ofrecerse como fuente de conocimiento o como parámetro de comparación al sector público, al sector académico, a los políticos. 

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