Ha sido publicado un libro denominado “Integridad 365. Liderar con propósito”. Es un libro sobre liderazgo cuyo autor es el Dr. Roy Campos Retana director del Programa de Posgrado en Administración y Dirección de Empresas de la UCR. El jueves pasado fue la presentación la cual contó con una excelente reseña del libro, del autor y de la fecundidad del tema, hecha por doña Mayi Antillón y de una reflexión entrañable del autor sobre el proceso de creación de la obra. Por mi parte, tuve la oportunidad de hacer algunos comentarios los cuales ahora comparto.
El autor divide el contenido en tres grandes temas, cuya sola mención ya es un aporte. En primer lugar, dedica reflexión al liderazgo de sí mismo. El liderazgo es una actividad cuyo instrumento somos nosotros mismos. Se lidera con todo el ser y desde nuestras particulares circunstancias internas y externas. Por eso hay que liderarse a sí mismo, valga decir, mantener una permanente autoevaluación y el consecuente esfuerzo de mejoramiento. Un líder tiene que ser ejemplar no para ganarse ningún concurso sino porque el sustrato personal del liderazgo es la integridad, entendida como rectitud, probidad, decencia. Y este de la integridad, es el segundo gran tema del libro. El tercero, se refiere al aprendizaje permanente para mejorarse a sí mismo y para mejorar la eficacia del liderazgo que se ejerce.
Leí el libro para escribir el prólogo. Luego volví a ojearlo para esta presentación. Y me ocurrió lo que ocurre con un buen libro: que la segunda vez, y posiblemente todas las veces, que lo vuelva a ver, recibiré unos insumos diferentes. Creo que eso ocurre con obras bien pensadas, bien comunicadas por los autores. Son polisémicas, es decir, tienen un sentido que se renueva con la relectura. No es un libro para decir ya lo leí. Es para releerlo y reflexionar.
Pienso que liderar no es dar órdenes, ni estar encaramado en una posición de autoridad. Liderar es influir. Si no se influye no se lidera, y si se influye, se es líder, aunque no se ocupe ninguna de las casillas apetecidas del organigrama. Ojo que ahora que se nos ha puesto de moda el término influencer, tenemos que hacer la diferencia entre la influencia de la cual hablo y la influencia de muchos de los influencers. La principal influencia del buen líder es comunicar una visión retadora, novedosa, entusiasmante.
Se influye con acciones, con comportamientos, con valores. Atesoro esta idea que me comunicó en bellos días de trabajo conjunto el Dr. Rodrigo Gámez, hablando de estas cosas. Con su acostumbrada sencillez, me dijo sobre algo de lo cual hablábamos: esto que estás diciendo me recuerda a Francisco de Asís despidiendo a unos monjes que iban en misión apostólica con la frase Prediquen en todo tiempo y si es necesario usen palabras. O sea, que el instrumento mayor del liderazgo es el ejemplo. Y el buen liderazgo requiere de personas con rasgos ejemplares.
El liderazgo es independiente del nivel jerárquico. Un estadista es un líder, pero también un formador de opinión. Desde luego esperamos de los ejecutivos de vértice de una organización que sean líderes, pero todos hemos tenido profesores que han influido en nosotros profundamente, que no se llamaban líderes, pero que lo fueron. O lo son. Dice la RAE que viático es una prevención, en especie o en dinero, de lo necesario para el sustento de quien hace un viaje. Todos hemos tenido profesores que no se concretaron a dar clases, sino que nos entregaron un viático. La buena amistad es una oportunidad de influir. De esto me he beneficiado en incontables formas.
El otro gran componente del liderazgo es la aspiración o propósito que se tenga. Se puede liderar, es decir, influir, para lograr metas mínimas. Alguien podría aspirar a una convivencia en la cual simplemente nos toleremos. Eso es minimalista. Es como en estos días, gestionar una empresa solo para que obtenga ganancias, cuando otras tienen metas de responsabilidad social y ambiental. Y aún en esto, se podría liderar para no contaminar. O para restaurar parte del estropicio acumulado. No es lo mismo. Se podría diseñar un programa de seguridad ciudadana con la meta de reducir el número de homicidios. O se podría tener como aspiración promover una convivencia armónica.
Entiendo el amor, como buscar el bien del otro, de lo cual deduzco que se puede buscar el bien común desde la energía del amor. Me gusta fantasear, en una forma de ciencia ficción, que así como en el colegio hablábamos solo de fuerza gravitacional y fuerza electromagnética y hoy ya hablamos también de la fuerza nuclear, un día hablaremos desde la ciencia, de la fuerza del amor. Y según eso, si quisiéramos adelantarnos a los tiempos, deberíamos reflexionar sobre el propósito de amor que ha de haber en todo ejercicio del liderazgo.
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