Si una bombilla se quema y nos quedamos sin luz, se la cambia y se resolvió el problema. La solución es instantánea. En cambio, si en un examen de laboratorio, nos aparece osteopenia, es decir, carencia de calcio en los huesos, no hay solución instantánea, pero sí hay solución. El problema se inició, pasó desapercibido o miramos en otra dirección, pasaron los años y la situación está ahí. Pero, cuidado. El hecho de que el problema haya estado ahí por años, y que la solución tome años, no debe confundirnos como para pensar que se pueda posponer la acción de solución. Eso es lo que nos ocurre en el país. El deterioro de la seguridad social ha tomado años. Lo mismo que la pérdida de calidad en la educación pública, el recrudecimiento de la desigualdad, el déficit de infraestructura y el problema de narco-delito.
Motiva más luchar por una solución que producirá frutos a corto plazo. Pero los países no son mecanismos de oprimir botones y encontrar soluciones. Son más bien organismos que se deterioran si no les ponemos una atención de calidad.
Si nos cuesta emprender acciones con frutos esperables a corto plazo, cómo no iba a costarnos cuando los frutos se verán solo a largo plazo. Como dice una frase muy sabia el mejor momento para sembrar árboles fue hace veinte años. El segundo mejor momento es hoy. Hay cosas que se cocinan a fuego lento. Hay soluciones que tenemos que cocinar de esa manera. Y también hay asuntos que están ahí, a fuego lento, en proceso de convertirse en problemas agudos. ¿Cuáles son? ¿Cómo sacarlos a la luz? Tenemos un déficit de previsión. En otros tiempos pudimos vivir con eso. Hoy el ritmo y la complejidad de los asuntos exigen previsión y eficacia política.
Quien está entre ir y no ir, no irá. Para hacer algo se necesita energía, resolución. Para no hacerlo, basta con mirar hacia otro lado. O con dejar que se vaya deshojando el calendario. Todo lo cual es lo opuesto de los conceptos de poder y de ejecutividad.
Hasta los últimos años del gobierno presidido por don Carlos Alvarado, estuvimos bajo los efectos de otro problema crónico, cocido a fuego lento: la deuda pública y el desequilibrio fiscal. Entre todos, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, buen juicio popular, se resolvió conceptual y jurídicamente el problema, es decir, se señaló la política y se la aprobó en la Asamblea.
Hay un dicho en inglés, que siempre me ha llamado la atención: “A problem worthy of attack, proves its worth by fighting back!”, el cual se le atribuye a Paul Erdos un matemático, así como a Piet Hein, un erudito, ambos del siglo pasado. Mi traducción libre sería: los problemas dignos de ser atacados / muestran su dignidad / reapareciendo. La prueba la podemos encontrar en todos los recursos, gestiones, proyectos de ley, con los cuales se ha intentado suavizar la regla fiscal, no sé si por ignorancia o con el propósito, de suavizarla hasta que resulte inoperante.
Nuestros problemas nacionales han tropezado con un déficit de eficacia. Claro que hay dificultades políticas, claro que hay problemas de comprensión de los ciudadanos, pero la solución del problema de deuda pública demostró que, a pesar de todo eso, se puede llegar a soluciones. Mi creencia es la de que los gobiernos se han tomado muy a pecho eso del capital político y no lo quieren arriesgar en propuestas incómodas, porque siempre, las soluciones a problemas serios demandan contundencia y sacrificio, de algunos más que de otros y olvidan que todos los gobiernos terminan su período sin capital político, lo hayan arriesgado, lo hayan invertido o no.
El pueblo soberano, la asamblea general de esta gran empresa nacional, no ha encontrado los medios para exigir que la política, la electoral y la otra, se enfoquen en resolver esos problemas dignos de ser resueltos, o sea, se enfoquen en el bien común.
Que esto no nos lleve a la desesperanza sino a la responsabilidad. Responsabilidad con nuestra contribución personal. No tenemos derecho a esperar que otros se esmeren si nosotros no nos esmeramos. Como dice una frase que se atribuye a Gandhi, seamos el cambio que queremos que ocurra.