Para un mejor futuro

La Academia de Centroamérica, ha elaborado un documento denominado Propuestas para un Mejor Futuro. Dieciséis expertos serios e informados han revisado segmentos del Plan Nacional de Desarrollo e Inversión Pública (PNDIP) 2023-2026. Dichos segmentos son por ejemplo educación, pobreza y desigualdad, ciencia, tecnología e innovación, mercado laboral e inclusión social.  Su trabajo ha producido 126 propuestas o sugerencias.

El PNDIP fue presentado en diciembre de 2022 y está dedicado a don Rogelio Fernández Güell periodista, político, poeta y filósofo quien luchó por la libertad hasta su muerte a causa de su proactiva oposición a la Dictadura de Tinoco.

La abundancia de propuestas no es indicadora de deficiencias en el Plan. Lo que muestra es que cuatro ojos ven mejor que dos. No hay plan perfecto. Y siempre terceros podrán hacer sugerencias para mejorar el mejor de los planes.

El Plan, sensatamente anuncia que en cuanto fuera publicado realizaría un ejercicio de consulta ciudadana, la cual permita retroalimentar las acciones que se van a trabajar durante los próximos cuatro años, de acuerdo con el criterio de la población respecto a sus necesidades y así ejercer un papel social y de desarrollo más inclusivo. Asimismo, la Ley de la Administración Financiera de la República y Presupuestos Públicos en el artículo 7 del reglamento establece como uno de los principios del PNDIP, el de flexibilidad, el cual permite evaluaciones periódicas para realizar ajustes en los programas y proyectos, sin perder la consistencia integral y estratégica del Plan. Supongo que, dentro de estas sanas intenciones, serán acogidas para reflexión las Propuestas para un Mejor Futuro, gestionadas por la Academia de Centroamérica.

En el acto de presentación del documento, en la Sala de Expresidentes de la Asamblea Legislativa, el señor presidente de ese poder, don Rodrigo Arias, después de agradecer a la Academia de Centroamérica por liderar este esfuerzo y por proponer una visión fresca y fundamentada sobre el camino que el país podría seguir, dijo con buen juicio, que puede ser que no todos estemos de acuerdo en la totalidad de las propuestas, pero que ellas contribuyen a elevar la calidad del diálogo nacional y del debate público sobre nuestro desarrollo como país.

A su vez el presidente de la Academia de Centroamérica Dr. Ricardo Monge señaló que el propósito es que este documento sirva como insumo para definir una hoja de ruta y que, acordadas las políticas requeridas para hacerle frente a los retos y aprovechar las oportunidades que enfrenta el país, se proceda luego a establecer un orden de prioridades y determinar los requerimientos políticos, legales, institucionales, financieros y de recursos humanos para alcanzar los resultados deseados. Y resume como principal resultado del análisis realizado en este documento que la mayoría de las políticas planteadas son importantes, aunque insuficientes para alcanzar un mayor nivel de bienestar para los costarricenses, principalmente en el mediano y largo plazo. Y que no queda clara la forma en que se coordinarán las diversas políticas entre los múltiples actores, ni cómo se monitorearán los resultados y se evaluarán sus impactos, a fin de medir el progreso y definir acciones correctivas cuando así se requiera.

Para que se llegue a resultados, todo plan debe ser ejecutado. Planificar y ejecutar no son ladrillos separados. Son elementos de un sistema. Hay acciones de planificación que se diferencian nítidamente de acciones de ejecución.  Un objetivo (quiero ir a Roma) no es ejecución. Tomar el avión es claramente ejecución. Pero señalar cuándo y a qué hora partiremos ya no está muy claro si es planificación o ejecución. Mal asunto cuando creemos que planificar es recoger ideas en un gran documento el cual luego olvidamos en un estante. Ese documento, si existe, debe ser un documento vivo que vaya siendo alimentado continuamente por los resultados de la ejecución, por los nuevos puntos de vista y por las nuevas claridades que la ejecución le da al plan. Para formular el plan se requiere previsión -ver lo que está más allá- y pensamiento estratégico -saber qué hacemos con lo que vemos o queremos, con lo que podemos o no podemos, con lo que deseamos. Ejecutar es intervenir sobre la realidad, no de cualquier manera, sino con eficacia. 

A base de objetivos no se llega a ninguna parte. Los objetivos difieren de las acciones estratégicas. El camino se recorre con acciones no solo con objetivos. Pero las acciones no ocurren en el vacío, tienen que abrirse paso entre la maraña de circunstancias. Requieren energía. Deben conectarse con elementos propicios y catalizadores de la realidad (enablers), esas como semillas de energía. Todo esto, no solo en la esfera pública sino en la empresa y aún en las vidas personales.

Ya la ejecución de este Plan está tropezando con las restricciones planteadas al gasto público, en buena hora, por la regla fiscal vigente.  Al respecto conviene recordar la técnica denominada Presupuesto en Base Cero, la cual entre otras cosas plantea que si tuviéramos que reducir drásticamente un presupuesto hay que ejecutar las reducciones de manera que tengan el menor impacto sobre la eficacia. En vez de aplicar un recorte fijo a todos los programas, es preferible afectar más a unos programas que a otros, todo en función de la eficacia, es decir, en función de los objetivos superiores de la acción, los cuales, en el caso de planes gubernamentales, apuntan hacia el bien común.

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