Vigilia democrática

Vigila la madre amorosamente al niño enfermo. Y la enfermera nocturna a sus pacientes. Eso se puede hacer por deber. O se puede hacer por amor. Vigilar la salud del país lo mejora, pero también mejora a quienes vigilan. Hagamos una vigilia de setiembre, mes de la Patria, a noviembre del año entrante, porque nuestra Constitución Política cumplirá 75 años.

Vivimos en un mundo nuevo. Debemos repensar la forma en la cual hemos vivido hasta ahora. Soñemos sueños realizables. No nos resignemos a que nos los sueñen otros. Crisis como las del reacomodo de poderes políticos globales, el calentamiento global, la salud, el hambre, la exclusión solo se pueden enfrentar desde una perspectiva de bien común.   El propósito de la buena política es el bien común. Esa es la tarea de los políticos. Soñar es ir en busca de mundos nuevos. Soñemos con una democracia más funcional y más eficaz. Queremos un país donde cada uno tenga oportunidades de desplegar su ser, es decir, de llegar a ser todo lo que pueda ser. En eso consiste el bien común. Exploremos caminos nuevos para un mundo nuevo.

No valoramos lo que no conocemos. Costa Rica ha sido un país exitoso. Indaguemos por qué. Este ejercicio debería ocupar tiempo del calendario escolar, espacio en los mejores órganos de comunicación colectiva y ser parte de nuestras conversaciones habituales. Que el MEP, las universidades, la Unión de Cámaras Empresariales, los medios de comunicación difundan un mensaje sencillo y contundente. Su conocimiento debería ser requisito de graduación o requisito para ser contratado.

La democracia es un ideal. Un ideal es una meta inalcanzable. Siempre será posible perfeccionar lo que hemos alcanzado.  No dejemos que los tropiezos se conviertan en amargura. Reconozcamos los avances que hacemos. Conversemos sobre logros. Y sobre tareas pendientes. Y continuemos la marcha.

Las manifestaciones y los resultados de la democracia no son perfectos. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Más que a lo perfecto, hay que aspirar a lo suficientemente bueno. Siempre que alguien nos venga a ofrecer resultados perfectos, resultados sin esfuerzo, estará intentando vendernos humo. No hay almuerzo gratis, eso es humo. No compremos humo.

Antes de aceptarlo, consultemos. Es posible equivocarnos en grupo, pero cuatro ojos ven más que dos.   

Conversemos sobre nuestra democracia. Aprendamos sobre ella. Así la fortaleceremos. Cada uno ejerza su iniciativa. Nadie lo hará por nosotros. Leamos sobre el tema. Comentemos noticias de otros países. Escojamos nuestras fuentes de información. No consumamos fake news, mensajes tóxicos ni mensajes depresivos que anuncian el cataclismo. No reenviemos basura ni rumores.

Aprendamos cómo evaluar objetivamente las decisiones políticas. Tomémonos esto en serio. No nos quedemos en bueno/ malo, me gusta/no me gusta. Lo que nos beneficia, no es beneficioso para todos. Lo que nos perjudica, puede favorecer a otros. Por qué no crear una contraloría privada que monitoree la eficacia del sector público.

Aprendamos a gestionar acuerdos. La destreza más valiosa en una democracia es la capacidad de llegar a acuerdos. Es necesario ir construyendo juntos opiniones favorables o desfavorables en torno a asuntos nacionales importantes. Aprendamos a ver lo sensato que está diciendo nuestro interlocutor. Aprendamos a cuestionar eso de lo cual estamos tan seguros. Dialogar es conversar con el ánimo de construir juntos. Un día tendremos que participar en la formulación de un acuerdo sobre el país que queremos. Entonces será esencial haber aprendido cómo gestionar acuerdos.

En este empeño por la democracia, hagamos un buen uso de la energía y del tiempo. No busquemos culpables. Busquemos soluciones. No dejemos que lo que sale mal nos frustre o nos amargue. Mirar hacia atrás es perder energía. Nadie puede modificar el pasado. Muchas personas pierden tiempo y energía por no aceptar la realidad. La realidad es como es. Pugnemos por influir en la realidad, para mejorarla. Pero hoy, no la vamos a poder cambiar. En vez de lamentarnos por cómo es la realidad, busquemos cómo influir. No todo está mal. Miremos lo que hay de positivo. El mejoramiento es un camino que se recorre a base de pequeños pasos. Y todos podemos contribuir si somos actores en vez de espectadores.

Podríamos habitar en el país como propietarios o inquilinos. Todos sabemos que el propietario pone un cuidado distinto porque sabe que siempre estará ahí, que los daños que permita que le ocurran, perjudican su futuro. Podríamos vernos como inquilinos: vivo aquí, pero no cuido mi casa. Este país es nuestro. Aquí tenemos raíces y queremos que crezcan y se profundicen.

El país no es como la ropa vieja que puede desecharse. El éxito de nuestra vida como país, no depende de unos pocos líderes. Depende del esfuerzo, a la medida de cada uno, de muchos habitantes. Vamos golpe a golpe. Paso a paso. Todas las acciones tendrán resultados, aunque algunos no sean visibles.

Ante el futuro del país, podríamos decir esto me vale. O decir más bien, me siento responsable. Así como se juramenta a las autoridades públicas y a los graduados, pensemos en un juramento o una manifestación de lealtad o de responsabilidad, el cual se pronuncie por ejemplo al inicio de los cursos lectivos. Saludar la bandera y cantar el himno deberían constituir ceremonias frecuentes, para aumentar nuestro compromiso con el país.

Tengamos afán de construir. Cuando algo sale mal -una carretera, un proyecto de ley- exclamar son unos chapas; aquí nada sale bien, nos herrumbra las palancas del alma. Reafirmemos nuestra fe en que es posible obrar bien. Superemos el fracaso con nuestra resolución de hacer bien lo que nos toca hacer. Convirtamos la acción destructiva en acción constructiva. Dispongámonos a construir precisamente porque otros destruyen. A ser veraces cuando otros mienten. A ser íntegros cuando otros violan la integridad.

                                                            o – o – o

Estamos jugando un juego de larga duración. Sostengamos este compromiso de acción. La tarea es ardua. No se agota en un año. Los logros que se vayan obteniendo, le pondrán mayores exigencias a los políticos. Hagamos este esfuerzo con calidad, con entusiasmo. Juguemos este juego con clase mundial.

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Una versión más amplia de esta nota fue publicada en el periódico En la Cima

https://www.miguiavocacional.com/periodicos/104.%20agosto%202023.pdf

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