Quien se encuentra en el centro de una plaza, si desea salir de ella, puede tomar cualquier rumbo. En un estrecho callejón, sólo hay dos rumbos a tomar: avanzar o retroceder. Y si alguien está confinado a un calabozo, las opciones de movilidad son casi nulas. Decimos que en la plaza tenemos más opciones que en el callejón, y en este más que en el calabozo. Esto ayuda a explicar un útil concepto denominado capacidad de maniobra.
La capacidad de maniobra se relaciona con el conjunto de opciones que están disponibles a alguien que hace algo, ya sea una empresa o una persona.
Lo que podemos lograr con nuestras acciones, depende en parte de las opciones que tengamos, de ahí que nuestro potencial de acción y su eficacia depende de nuestra capacidad de maniobra.
La capacidad de maniobra tiene que ver con la libertad. Si no tenemos opciones, no podemos decidir. Y si aumentamos su número, aumenta la capacidad de maniobra. Si nuestra libertad depende del número de opciones, es positivo aumentarlas.
Determinadas situaciones conllevan limitaciones de la capacidad de maniobra. Un militar no puede dar declaraciones contra su ejército. Los profesionales tienen una restricción sobre lo que pueden revelar sobre sus clientes. Un diplomático no puede referirse a ciertos temas de cualquier manera. El miembro de un gabinete de gobierno tampoco. El que suena las alarmas (whistleblower) es un caso especial de persona y situación que en un determinado asunto siente que su lealtad con la entidad para la cual trabaja, se ve superada por la calidad ética de la falta que su empresa está cometiendo. Es fácil imaginar el conflicto ético que afectaba a algunos trabajadores de la industria del tabaco en los tiempos en que ésta negaba el daño que causaba a la salud. Lo mismo podría ocurrir hoy con algunos de los trabajadores de industrias relevantes a problemas de alto impacto social como la obesidad, las cardiopatías o la crisis climática. El matrimonio, con su deber de fidelidad, limita la capacidad de maniobra. Es singular el hecho de que siendo la libertad un bien, una facultad tan valorada, se la pueda limitar voluntariamente y de hecho se la limite, en un acto y para siempre, como elige hacerlo quien se casa o quien se compromete con una determinada vocación espiritual.
Hay formas silenciosas y no puntuales de limitar la capacidad de maniobra. El joven que abandona el colegio. El profesional que deja de cultivarse en su campo. Quien desconoce las posibilidades o abandona su afán de crecimiento personal. Quien descuida su salud. Quien deja de velar por sus derechos. Quien no tiene o no le da mantenimiento a su red de apoyo. Quien descuida las circunstancias cívicas y políticas que garantiza la democracia.
En algunos casos, en busca de un bien se reducen las posibilidades de acción. Cortés quemó las naves para que solo hubiera camino hacia delante. La inamovilidad práctica de los funcionarios garantiza estabilidad a la administración pública, permite su profesionalización, elimina lo que fue el botín político de los partidos ganadores de las elecciones, quienes acostumbraban hacer destituciones en masa para colocar a sus allegados. Pero también dificulta enormemente su mejoramiento mediante la incorporación de nuevos talentos o la eliminación de personas ineficaces o perjudiciales. En busca de productividad se puede diseñar puestos de trabajo que no dejen ningún tiempo libre para considerar el futuro, para abrir espacio a la creatividad o para cultivar la innovación. Disponer de tiempo y dedicarlo a la reunionitis está mal. Pero no tener disponibilidad para una reunión importante cada cierto tiempo, también lo está. Diseñe una buena estrategia en una empresa donde los principales ejecutores no le pueden abrir espacio a lo nuevo y ya verá como no funciona.
Tiene más capacidad de maniobra quien en razón a sus talentos tiene mayor empleabilidad. Un cierto nivel de grasa corporal es beneficioso. Los ahorros son importantes, por eso en inglés se suele hablar de guardar recursos para un día lluvioso, como la ardilla que trabajó más que la cigarra. No nos quedemos sin opciones y aumentemos las de alto significado.
Hay situaciones que no tendrán salida. Hay otras que no tienen salida visible por ahora. A quien está puesto en la situación le cuesta mucho diferenciar entre unas y otras. Por eso conviene apostar a que todas son del segundo tipo. Entonces es cuando el mejor recurso disponible es el ingenio para encontrar salidas, el coraje para sacar fuerzas de flaqueza y la disposición a no echarse a morir si lo peor ocurre.
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