Este es el resumen del video a continuación:
Admirar es contemplación placentera de la bondad de una obra buena. Es el antídoto para la envidia, esa actitud tóxica que nos carcome desde adentro. Me veo al espejo de la conciencia y admiro ser un bienhechor. Admiro a mis padres e hijas y le agrego un par de cucharadas de gratitud y amor al sentimiento. Admiro a mis colegas y colaboradores por su honestidad, generosidad y paciencia conmigo. Admiro a mis competidores y adversarios por los exitosos logros que han alcanzado. ¡Bravo! Admiro gestos heroicos, valientes, desprendidos, serviciales. Son todos lo mismo: actos de amor puro. Admiro la sabiduría de quien sabe más que yo. La actitud de principiante (“shoshin”), me predispone a admirar a toda aquella persona que me nutra y me desarrolle. Admiro a quien me guía, a quien me instruye, a quien me retroalimenta, a quien me corrige, a quien me motiva, a quien me inspira. Apenas somos una semilla, intención preñada, potencial manifiesto, bienestar por generarse.