Admiración

Hay cosas que no vemos y sin embargo existen. ¿Quién ha visto la electricidad, o la fuerza de gravedad, o el amor, o el heroísmo? Admirarse, maravillarse es tener la sensibilidad de encontrar la dimensión trascendente en elementos que hasta entonces mirábamos como elementos corrientes. Es abrirnos hacia lo que está más allá.

Si admiramos la belleza de un árbol, un día vamos a tropezar con el conmovedor fenómeno de la vida. Hay varias intensidades de percepción de un fenómeno, por ejemplo, un árbol. Las primeras y más elementales son mirarlo o pronunciar la palabra árbol o convocar el concepto de árbol en nuestra mente. Todo esto es físico o cognitivo. Pero un día sentimos algo que va más allá de lo cognitivo. Y en este nivel de sensación podemos ir desde algo como una cierta alegría, hasta lo que se denomina admiración, arrobamiento o lo que denominamos con el verbo maravillarse.

¿Cómo desarrollar la capacidad de maravillarse, de sentir admiración o arrobamiento?

Si andamos por el mundo solo viendo para qué sirven las cosas o qué utilidad tienen, se nos van a pasar desapercibidos fenómenos muy ricos. Recuerdo que alguien criticaba esta forma chata de ir por el mundo, atribuyéndole frases como las de ¿para qué sirve un bebé? O sí, muy bello el celaje, pero ¿Qué se puede hacer con él?

Salgamos de la rutina. Tengamos minutos diarios de corazón infantil. No digo mente infantil. Esa ya no la recuperaremos. Hagamos preguntas ingenuas. Imitemos a El Principito, o mejor, a ese hombre maravilloso que fue Antoine de Saint-Exupéry cuando escribió ese libro.

Enseñemos al ojo a ver. El pintor no pinta solo lo que tiene utilidad, precio, impacto, volumen. Dediquémosle atención a cosas que no merezcan salir en el periódico ni intercambiarse por redes sociales. Cultivemos el silencio. Aprendamos a hacer pausas, o sea, apaguemos el motor de vez en cuando. Compremos números para la lotería de la inspiración: detengo el ruido por un rato a ver qué me llega.

Leamos poesía. Los poetas utilizan metáforas no para que la poesía quede bonita, sino porque hay cosas que no se pueden describir con el discurso ordinario. No es posible sustituir la frase ligero de equipaje, en el memorable poema de Machado, por listo, simplificado, desprendido, desvinculado.

Escribamos sobre alguna experiencia personal de arrobamiento. La primera vez que vimos el mar. El silencio del bosque. La bravura del fuego. La sonrisa inocente. El apoyo amplio. El empeño sin límites.

Demos una caminata con apertura a dejarnos sorprender. Veamos videos con cosas que nos maravillen. No se pueden ver imágenes del Cañón del Colorado sin hacerse preguntas serias.  Leamos autores que narren experiencias arrobadoras. Preguntémonos cuál fue la última vez que nos sentimos maravillados. Y si fue hace mucho tiempo, busquemos con diligencia ocasiones de admiración, de arrobamiento.

Otros artículos relacionados

Algunas de las sugerencias de esta nota provienen de https://greatergood.berkeley.edu/article/item/four_awe_inspiring_activities

La revista electrónica Greater Good convierte investigación científica en historias, trucos y herramientas para una vida más feliz y para una sociedad más compasiva. Es publicada por el Greater Good Science Center de la Universidad de California, Berkeley.


Publicado

en

,

por