Liderazgo futuro

Había un dicho popular hace tiempo: ¿Por qué tanto brinco si el suelo está parejo? Lo podríamos aplicar a situaciones en las que hay inexplicables manifestaciones de energía, de movimiento, de habladera. Pues bien, los cambios de entorno que estamos enfrentando las personas y las organizaciones, justifican los brincos porque el suelo no está parejo y justifican la agitación, el despliegue de energía, algo así, como un estado de emergencia. Estos son tiempos singulares.

En este estado de emergencia debido a cambios en el entorno la firma consultora McKinsey propone en un reciente artículo cómo habría de ser el Nuevo liderazgo para una nueva era de organizaciones exitosas.  Este es un tema que queremos abordar desde la perspectiva de rasgos, de dimensiones, de paradigmas, de estructuras mentales, que hasta ahora han sido bastante de cemento, es decir, bastante inflexibles y con dificultad para adaptarse a nuevas circunstancias. Y para los lectores que en este momento van a dejar de leer porque consideran que este es un tema para empresas y gente de empresas, he de decirles, como en incontables ocasiones, que la función de liderazgo se ejercita en familias, empresas, actividades académicas, políticas y deportivas, organizaciones sin fines de lucro como clubes, obras de bien común, y desde luego en la conducción de países.  

Los cinco rasgos que el artículo propone son los siguientes, y los vamos a ir comentando uno a uno, algunos con apego al artículo y otros navegando a nuestro propio aire:

Tener como propósito el impacto y no solo la utilidad

Una empresa de finalidad lucrativa debe satisfacer las aspiraciones económicas de sus socios. Pero no solo esas aspiraciones. Hoy se habla de interesados como término que contiene no solo a los socios sino también a los clientes, los colaboradores, los proveedores y la comunidad inmediata o extensa. Creo que viene aumentando el número de socios que no estarían satisfechos con dividendos obtenidos de cualquier manera. Y cuando ese número alcance una masa crítica, estaremos en mejores condiciones para conjurar la crisis climática.

La empresa es una creación social, es parte de las innovaciones civilizatorias que ha hecho la humanidad y como tal, puede ser vista desde una perspectiva estrecha como un medio de producir ganancias, o puede ser vista como un órgano vivo de nuestra convivencia, con capacidad para producir impacto. Una empresa es una pieza del aparato productivo de una comunidad. En ese sentido, contribuye al bienestar tanto con sus productos, como con las innovaciones que realiza, los puestos que crea, la formación que causa en sus colaboradores y en sus proveedores. Pensar que los estados financieros revelan todo el impacto de las empresas, es una visión del siglo pasado. Hoy la pregunta que los líderes han de hacerse no es la de cómo maximizar las utilidades, sino cómo maximizar el impacto. Una feria del agricultor puede ser estrictamente un espacio donde los agricultores vienen a vender sus cosechas, o podría ser un punto de encuentro de agricultores para mejorar sus procesos productivos, en beneficio personal pero también de los clientes. O para conjuntar acciones en beneficio presente o futuro de sus comunidades.  La ampliación del propósito es un campo de acción del líder. Cuanto más se enriquezca el propósito de las empresas, mejor para la sociedad, o sea que la ampliación de dichos propósitos es una obra de bien común. Es una obra civilizatoria.

Ir más allá de lo profesional hacia lo plenamente humano

Hace mucho tiempo que quedaron atrás los líderes que se veían a sí mismos como sargentos de instrucción, y en los últimos años se ha ido haciendo más frecuente una forma de liderazgo más madura y respetuosa a la cual podríamos denominar liderazgo profesional. Pero queda camino por recorrer y el artículo lo plantea sobre cómo ir desde el liderazgo profesional hasta una situación en la cual esa persona, ese profesional opera como un ser humano pleno, que realiza una tarea de múltiples consecuencias. Recuerdo a Peter Drucker sosteniendo que el rasgo fundamental de un buen líder es la integridad y a Warren Bennis explicando que un buen líder se expresa con plenitud, lo cual no quiere decir que habla bien, sino que, al accionar, pone de manifiesto su ser profundo, en todas sus dimensiones.

Hoy se habla de la importancia de que el líder no suprima ni esconda su vulnerabilidad, sus temores. Y de que su función debe ser desempeñada a través de la explicitación de sus valores, sus creencias y sus esperanzas. Para esto falta camino por recorrer. Todavía asoma las orejas por ahí la creencia del siglo pasado de que el líder ha de ser un macho alfa, con un yo a prueba de balas como el de Clint Eastwood, en El bueno, el malo y el feo.

En este camino, el artículo recomienda una expansión del darse cuenta, es decir, con realismo tener apertura para percibir todas las circunstancias externas y la amplia red de circunstancias internas.  Y recomienda también una expansión de la conciencia, o sea, ampliar el número de dimensiones que componen su realidad y ejercitar la sensibilidad para percibir los mensajes procedentes de todas esas dimensiones. Si a un gato le preguntáramos cuáles mensajes percibe de las dimensiones de su realidad, posiblemente nos mencionaría el hambre y la sed. Un ser humano desarrollado tiene que ir mucho más allá, llegando hasta la concepción del bienestar como un amplio fenómeno físico, emocional, mental y espiritual.

De las órdenes hacia la colaboración

La vieja escuela de liderazgo era de mando y ordeno. En las empresas de hoy en día, en las cuales el conocimiento es un componente tan esencial del éxito, más bien de lo que se trata es de obtener una colaboración motivada, sostenible, productiva. No recuerdo de quién era la idea siguiente, pero se puede ordenar a los colaboradores a llegar puntuales. O se les puede ordenar estar en silencio como si estuvieran muy ocupados. Lo que no se puede es ordenarles ser creativos o ser innovadores, es decir, se les puede ordenar llegar al panal, pero no se les puede ordenar de qué calidad y abundancia ha de ser la miel. Eso lo logra un liderazgo respetuoso, transparente, entusiasmante, que logra crear un clima de reto, de deportividad, de adhesión sencilla pero fuerte al propósito trazado para la unidad de trabajo. 

Superar el control y abrir espacio a la evolución

El artículo que comento señala que las circunstancias actuales demandan de las entidades de acción que se comporten como organizaciones que aprenden. El aprendizaje demanda un ambiente de libertad, de respeto, de seguridad. Cuando se conduce una entidad de acción con un producto conocido, con pocos sustitutos, en un ambiente de baja competencia, el presente es tan cierto y el futuro tan predecible que para tener éxito basta aplicar una mentalidad de control de la eficiencia. Cuando las circunstancias son más desafiantes no basta esa mentalidad de control, sino que hay que desarrollar una de coaching que opere con una actitud de exploración y descubrimiento. Esto porque lo que se quiere es obtener unos resultados complejos que no se agotan en el cumplimiento de unos indicadores tradicionales. Para ello, lo requerido es mantener una actitud de apertura permanente hacia el cambio. Es aquí cuando las empresas dejan de ser mecanismos para operar más como organismos vivos, para los cuales sobrevivir y desarrollarse demanda una disposición permanente a evolucionar y adaptarse.    

Desde el afán competitivo hacia la co-creación

Todos conocemos las viejas historias de cómo cuando se inducía a los colaboradores a competir entre ellos, se obtenían niveles de producción mayores. Pero en las nuevas circunstancias, los volúmenes de producción son una forma de entender el éxito. La realidad productiva hace imposible que personas individuales logren producir lo que se requiere porque en todos los productos son diversas las personas y las tareas que concurren.  Se espera de los colaboradores que produzcan esos volúmenes en niveles de calidad de difícil logro. Que se mantengan explorando posibilidades de creación de nuevos productos, de mejoramiento de los procesos. Que tanto ellos como los procesos, se vayan fortaleciendo para producir mejores resultados. Eso ha introducido la necesidad del trabajo en equipo en las unidades de acción de nuestro tiempo. Por eso la vieja competencia entre colaboradores tiene que ceder su espacio a la co-creación, lo cual es mucho más que sentémonos a hacer las cosas juntos, y le abre la puerta a lo que algunos autores han comparado con las sesiones de jamming, en las cuales varios instrumentistas, de manera espontánea, sin partituras y con reducidos controles ejecutan singulares piezas musicales de jazz.

En el terreno de la acción compleja, como ocurre en familias, empresas, partidos políticos, países, le ha llegado la hora a un nuevo liderazgo.

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Artículo fuente

https://www.mckinsey.com/capabilities/people-and-organizational-performance/our-insights/new-leadership-for-a-new-era-of-thriving-organizations?stcr=5790D3BDFB2247C39DC961247178D9EB&cid=other-eml-alt-mip-mck&hlkid=aadab0ff77a54860b5ed659210e4e3c3&hctky=12884032&hdpid=81e2eb93-7fe6-4794-b741-16967408c218


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