Este es el resumen del video a continuación:
Parecería paradójico hablar del silencio. No nos referimos a la ausencia de sonido sino al recogimiento espiritual. Ese espacio y tiempo de introspección y diálogo con uno mismo es medicinal. Hay otras medicinas a nuestra entera disposición en todo momento: el ayuno, el rezo, la meditación, el sueño, el amor genuino, el sonido de un tambor, de una pandereta, de campanas o de cuencos tibetanos. Postulamos que el sacrificio – ese acto sagrado de privarnos a nosotros mismos de algo en pro de una causa mayor – también es medicinal. Los seres humanos tenemos una clara misión de la cuna a la tumba, y es la de formarnos a nosotros mismos: crear hábitos, desarrollar disciplina, servir a otros, cultivar la libertad. Ella, por cierto, es un descriptor auténtico de la esencia humana. Libertad es, ante todo, la capacidad de elegir. Ejercitarla, es probable, que también sea medicinal.