Madres y educación

Un boletín de noticias de neurociencia, cuya cita incluyo más abajo, consigna en un número reciente, que científicos del Instituto Max Planck han logrado determinar que el aprendizaje de la lengua materna influye en el cableado de nuestro cerebro y que se puede distinguir cómo influye. Lo han hecho estudiando el cerebro de hablantes nativos de alemán y hablantes nativos de árabe. A mí me interesa el hallazgo no para intentar modificar el dato: no podemos hacer nada por cambiar la primera infancia de quienes la vivieron en alemán o en árabe. Mi primera reacción fue conectar eso con algo que leí alguna vez en el sentido de que la mejor lengua para pensar en filosofía era la alemana. Busqué la fuente y no la encontré. En cambio, sí encontré en la Red un curso de la UCR F-1005 FILOSOFÍA EN LENGUA ALEMANA, el cual persigue que estudiantes de filosofía aprendan los rudimentos del uso instrumental y académico (principalmente filosófico) del alemán. Por algo está ese curso en el pensum.

La noticia sobre la lengua materna y las conexiones neuronales me interesa más por lo que no dice. Y aquí le doy rienda suelta a mi especulación. En un entorno lingüístico en castellano, una madre con mayor vocabulario, con mayor flexibilidad gramatical, con un estilo comunicacional más rico, podría causar en sus hijitos, unas conexiones neuronales diferentes. Lo importante de esas singulares conexiones neuronales es que podrían influir no solo en el habla sino en otras facultades. A eso se refiere mi publicación en este blog titulada Carambolas neuronales del 19 de setiembre de 2022 y que aparece citada abajo.

Continúa la especulación. Esas diferencias en conexiones neuronales, originadas en haber estado expuesto a una comunicación maternal diferente, podrían posibilitar manifestaciones cognitivas diferentes. Imaginemos que haber estado expuesto a una comunicación maternal de mayor riqueza lingüística, posibilitara una mayor habilidad para aprender matemáticas o para aprender física.  Cuando a un niño, su madre le dice que los carritos que impulsa ruedan con dificultad debido a la fricción, y que para resolver eso hay que lubricarlos, ya tiene incorporado el concepto de rozamiento y no tendrá que desayunarse con él cuando esté en el colegio. Pero no nos encasillemos. No queremos que todo el mundo sea tecnólogo. Pero sí queremos que todo el mundo tenga flexibilidad mental. La madre que habla a sus infantes en esto o lo otro los está limitando. Las cosas no son blancas o negras. Existen tonos de gris. El niño de esa madre tendrá que esperarse a su educación formal -y ojalá esta sea buena- para darse cuenta de que existen matices.

Lo que estoy diciendo es que es una ilusión pensar que nuestros infantes aprenden castellano. Aprenden tantos idiomas como madres existen, de ahí que sea importante enriquecer esas lenguas maternas con el fin de dotar a esas personitas de mejores probabilidades de desarrollarse cognitivamente. Para los puristas, estamos claros en que comunicación maternal no es solo vocabulario y gramática, hay un paquete instintivo, actitudinal, ético, que los padres transmiten al infante. Pero dejemos eso en paz por ahora.

¿Qué deberíamos hacer como país?

Primero unas medidas de carácter general, las cuales agregaría a otras que le hice llegar a la señora Ministra de Educación con motivo del inicio de sus funciones. 

  • Busquemos cosas innovadoras como estas e intentemos incorporarlas al proceso de cambio de nuestro sistema educativo. Lo peor que podemos hacer es remendar el sistema. Su postración es tal que tenemos que impulsarlo con saltos sustantivos. Salgamos del más de lo mismo.
  • Miremos los recursos que se destinan a educación y tratemos de aplicarlos ahí donde su impacto sea mayor. Recuerdo haber leído sobre un estudio que demuestra que la inversión en educar a las madres para una más rica convivencia con sus hijos tiene más impacto que gastar la misma suma en dotar a los niños de computadoras.
  • Establezcamos la función de innovación y desarrollo en educación. Pero no la establezcamos en el MEP si es que está tan esclerosado como algunos afirman. Unamos recursos del MEP, de las universidades y de terceros y demos inicio a un esfuerzo de investigación (principalmente bibliográfica por favor, para que no se nos vaya la vida en esto). La idea no es escribir papeles. La idea es colocar antenas por donde nos puedan llegar mensajes de otros mundos que puedan convertirse en acciones innovadoras en el país. Diseñemos experimentos de corto plazo. O sea, no apliquemos una medida, con el propósito de evaluarla dentro de 20 años cuando los niños sean adultos.

Luego unas específicamente relacionadas con la investigación del Instituto Max Planck que comentamos:

  • Conviene hacer contacto con quienes realizaron esta investigación.
  • Es necesario evaluar a un grupo de madres y a un grupo de educadores de preescolar para determinar diferencias de lo que he llamado “riqueza lingüística”. Podríamos hacer hallazgos significativos.
  • Revisemos cómo se seleccionan los maestros de preescolar. Evaluemos a los existentes.
  • Debe capacitarse de manera relámpago y puntual, con fines neuroplásticos, a un grupo de maestros de preescolar. 
  • Buscar información sobre de qué manera el pensamiento cuantitativo incide en la capacidad de aprendizaje ulterior. Por pensamiento cuantitativo no hablo de aprender cálculo diferencial. Hablo por ejemplo de los elementos que contiene al respecto la educación Montessori. Equipar a madres y maestros de preescolar con estos elementos.
  • Enseñemos castellano. Eso aumenta las conexiones cerebrales, la potencia de pensamiento y tal vez de acción. Arranquemos puntualmente: enseñemos a los chicos escolares cómo se ponen en palabras expresiones casi guturales tales como: ¡Yyy mae!, ¡Diay!, ¿Qu’es la vara? ¡Al chile! ¡Qué chiva! ¡Y-uuta! Enseñemos que hay más adjetivos que bonito y feo, que bueno y malo.
  • Creemos un apoyo experimental para madres para elevar su capacidad lingüística. No. No clases de gramática. Hagámosles disponibles cuentos, poesías, adivinanzas, juegos de palabras, charadas, ilustraciones en torno a las cuales puedan construir sus propias narraciones, preguntas-reactivo para que formulen a sus niños. Que el lenguaje no sea solo un código para intercambiar mensajes elementales, sino un instrumento de creación.

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Referencias

How our native language shapes our brain wiring

Curso de filosofía en lengua Alemana

https://filosofia.ucr.ac.cr/wp-content/uploads/2018/03/Programa-Alem%C3%A1n-I-2018.pdf

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