Esta publicación semanal que escribo y que ustedes tienen la amabilidad de leer, es un blog. Un blog es como una revista con un solo autor, donde el autor es a la vez autor, director y consejo editorial. Es un instrumento de alto riesgo para el lector. El riesgo de que lo que el autor esté publicando sea falso, descuidado o totalmente volado. Un libro, es una publicación más cuidada. El blog se parece más a una tertulia que a un libro. Lástima que carece de la interacción en tiempo real de la tertulia. La tertulia es un medio de comunicación informal, interactiva. Está a gran distancia del soliloquio que es uno hablando consigo mismo. ¿Es la tertulia un diálogo? Pues sí. Es un diálogo entre varios. ¿Puede una tertulia dar lugar al aprendizaje de sus participantes? Pienso que sí. De hecho, hace unos veinte años, desarrollé en la UACA una serie de encuentros con un reducido público general, durante los cuales, partiendo de cero, es decir, con tema libre, yo acababa planteando algunos elementos de un método racional de resolución de problemas. Iniciaba la tertulia con preguntas generales ¿Cómo están? ¿Cómo vinieron? ¿Cómo se han sentido en este día? ¿Qué observaron cuando venían hacia acá? De ahí, siempre emergía un paquete de quejas, de entre las cuales, tomaba una y la convertía en problema, al cual le aplicábamos el método. Nunca faltó tema, pienso que debido a la tendencia tan marcada que observaba y observo en el ambiente, la cual es la tendencia a quejarse de algo.
El blog no tiene las posibilidades de la tertulia aunque sí tiene las mismas libertades, que es sobre lo que quiero reflexionar. Me preocupa que un estudiante universitario o de colegio, un día utilice contenidos de este blog, como apoyo de su respuesta en un examen y sea mal calificado por su profesor. Lo que planteo en este blog no es ciencia, y muchas veces, ni siquiera conocimiento formal. Son reflexiones no curadas, es decir, no especialmente cuidadas y tal vez a veces descuidadas. ¿Por qué las hago entonces? Las hago para reflexionar. Me cuesta pensar en el aire. Prefiero pensar por escrito. Pensar es como subir una escalera. Lo que escribo hoy me ayuda a pensar en lo que pensaré mañana. Hace pocos días, en una tertulia con unos estudiantes de la maestría en Administración Universitaria de la UCR, uno de los estudiantes me preguntó si yo me beneficiaba de lo que escribo. La respuesta fue sí. Escribir me sirve para pensar. Y muchas de las cosas que planteo son desafíos para mí. No me ofrezco como modelo. Más bien, con frecuencia, planteo lo que me falta, lo que me gustaría alcanzar. Y eso me ayuda a pugnar por alcanzarlo ya que a veces me encuentro diciéndome, esto que me está costando es lo mismo que he propuesto a otros. Y de ahí sale una energía que está entre ahora no puedo fallar o debo poner los pies donde pongo las palabras, como dice un dicho en otra lengua.
¿Y mi pensamiento, es útil a otros? Creo que sí, si lo utilizan para pensar a la vez sus propios pensamientos. Tomar mis ideas, mis pensamientos y repensarlos, podrá llevar a los lectores a ejercitar su propio pensamiento por la vía de refutar los míos, mejorarlos o sustituirlos. Esa es la finalidad de este blog. No es peligroso escuchar a alguien decir, por ejemplo, que las vacunas introducen en nosotros sensores microscópicos que acaban controlando nuestro comportamiento. Lo peligroso es creerlo. Lo fecundo es preguntarse por qué hay personas que piensan así y qué consecuencias tiene que lo hagan. También son útiles las incitaciones o buenas prácticas que planteo. En cuanto a ellas, cuando les resulten difíciles, sería beneficioso que no se sintieran solos sino que sepan que a mí también me cuestan algunas.
Pienso todo esto porque tenía el propósito de escribir sobre ciencia, hipótesis e innovación, pero me pareció que antes tenía que decir, como advertencia, todo lo que dejo dicho arriba. Esto me lleva a recordar que en latín -lengua en la cual no soy ni principiante- existe la expresión caveat emptor -que se cuide el comprador, el cual es un principio de las legislaciones de contratos anglosajonas que pone o ponía en el comprador la responsabilidad de descubrir defectos en los bienes transados. Es el comprador quien debe o debía poner la debida diligencia en verificar lo que está comprando.
En nuestro caso, y dicho de manera coloquial, no se dejen embarcar por lo que yo diga. Sean precavidos, término que también nace del verbo latino cavere, que es tener cuidado, estar en guardia, prestar atención. Lo que escribo es bien intencionado, cuidado por mí, pero podría estar equivocado. Y ahora que he dejado anotadas estas prevenciones, ya estoy listo para escribir sobre ciencia, hipótesis e innovación, pero esto se queda para otra ocasión.
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