Este es el resumen del video a continuación:
Hace muchos años, aún siendo niño, entré en contacto por primera vez con el concepto de resistencia al cambio. Lo escuché en la mesa de mi casa y, desde aquella ocasión, lo seguí escuchando docenas o quizás cientos de veces. Fue, por años, un tema recurrente de mi padre, que lo cultivaba como parte de procesos de facilitación que conducía para clientes corporativos y entidades públicas. Hoy hablamos sobre este tema. Estoy convencido de que mi apertura al cambio, abrazarlo como una oportunidad, y ser proactivo saliéndome de mis zonas de confort en busca de crear nuevo valor, es resultado del aprendizaje continuo que produjo en mí aquel esfuerzo reflexivo de mi padre sobre el tema. La innovación y el emprendimiento premian el cambio. Hay dos formas principales de cambio: el que es involuntario, cuando se nos empuja a salir de nuestro statu quo, y el que es intencional, o sea, cuando queremos salir y salimos de esa realidad presente para colocarnos en una nueva. También hay dos velocidades de cambio: la paulatina, que sucede gradualmente, como el cambio en las mareas a lo largo del día; y la discontinua, que es la ruptura en el flujo habitual de las cosas, como lo fue la pandemia. En todo caso, el cambio puede doler y también puede traer beneficios futuros desconocidos.