Previsión

No sabemos nada del futuro. Pero no podemos desentendernos de él. Tenemos que prever. ¿Y qué es prever? No es adivinar el futuro lo cual es imposible. Es imaginar lo que razonablemente podría ocurrir. Estamos listos para salir, en una tarde de mayo. No sabemos si va a llover. Sí sabemos que razonablemente podría llover. Así que, aunque el futuro es incierto, unos deciden llevar paraguas y otros no. Los primeros son los cautelosos. Los segundos son los que toman riesgos. Este razonamiento cambia si estamos en octubre.

La Real Academia dice que prever es pre-ver, ver algo con anticipación. Pero también dice que es conjeturar por algunas señales o indicios lo que ha de suceder. Hay nubes, se oyen truenos, luego conjeturo que va a llover. Y el tercer significado es disponer o preparar medios contra futuras contingencias. Y en esto prever se podría expresar también como prevenir y se sabe que hombre prevenido vale por dos. No podemos saber el sábado el número premiado de la lotería del domingo, pero sí podríamos cuestionar si el trabajo que hacemos será igual en el futuro, lo cual nos lleva a preguntarnos si las destrezas que hoy tenemos serán entonces tan útiles.

El ferrocarril y el automóvil dejaron obsoletas otras formas de transporte. Las personas mayores se acuerdan de cuando en San José existían escuelas de mecanografía. ¿Dejó de ser útil la mecanografía? Ahora es más útil que antes, porque antes no chateábamos. Ocurrió que los jóvenes aprendieron a escribir con los pulgares y los programas de los teléfonos inteligentes saben lo que queremos escribir y sugieren palabras para ahorrar esfuerzos de digitación.

¿Para qué queremos ver algo con anticipación? Precisamente para prepararnos para lo que ocurrirá. Pero no solo para prepararnos mentalmente sino para alistar acciones que sean eficaces, es decir, que nos hagan lograr cosas que valgan la pena.

Voy a dejar volar la imaginación, así que lo que digo no lo tomen ni lo nieguen textualmente. Si estamos metidos en tiempos en los cuales el entorno es VICA (volátil, incierto, complejo, ambiguo) convendría examinar cuáles son nuestras maneras de vivir que parecen suponer que todo seguirá igual por los siglos de los siglos.

Empecemos por las casas. Diseñamos y construimos casas para cincuenta años. La pareja de recién casados visualiza el espacio que necesitarán sus hijos, sin darse cuenta de que los hijos permanecen en las casas familiares veinticinco años y luego se quedan los padres con un gran espacio inutilizado. Si viviéramos en tiendas de campaña o en casas desmontables podríamos adaptarnos mejor al futuro desconocido.

En muchas comunidades se está pensando seriamente en la estructura de la duración y contenido de las carreras profesionales. Hay carreras profesionales que pronto se van a modificar drásticamente. ¿No sería mejor, en vez de contar con un diploma de una carrera, contar con una buena caja de herramientas que nos sirva para varias actividades profesionales?

Después del largo shock que extinguió a los dinosaurios, unos animalitos más pequeños, que necesitaban menos alimentos, que tenían más movilidad, los superaron en capacidad de supervivencia. ¿Somos demasiado grandes, demasiado lentos, demasiado ineficientes en la utilización de energía? ¿Dificultaría esto nuestra supervivencia?

Dice Harari que a la humanidad la sacó adelante la capacidad de cooperar. Para cooperar hay que comunicarse. ¿Nos comunicamos con eficiencia? Me llama mucho la atención que una persona se pase un año escribiendo algo importante que quiere comunicar y que sus lectores se pasen casi una semana a tiempo completo leyendo lo que escribió. Mi profesor de filosofía de la ciencia decía que, si la Academia de Platón hubiera impactado más a la humanidad que el Liceo de Aristóteles, hoy posiblemente dominaríamos la telepatía. Tema sugestivo porque lleva a preguntarnos a dónde iremos a parar si seguimos siendo como somos.

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