Carambolas neuronales

Tengo años de preguntarme si habrá alguna conexión entre actividades no cognitivas, como bailar ballet o jugar al futbol y actividades cognitivas como razonar con claridad o resolver problemas. Mi intuición me decía que sí, pero sin las herramientas ni la destreza de investigación como para asomarme a esos misterios, la sospecha se quedaba en el terreno de las conjeturas o las anécdotas. Hace muchos años escribí que puesto a seleccionar entre dos candidatos a un puesto ejecutivo con otras condiciones iguales, si uno tocaba piano, lo preferiría sobre el que no. Y la otra cosa que me atreví a afirmar es que el pianista no tiene que pensar en lo que toca, porque son sus dedos quienes han aprendido a leer una partitura y convertirla en música. Cuando se fue poniendo de moda la neurociencia, aposté a que en un determinado momento, esas conjeturas se aclararían.

Una reciente información de Georgetown University reporta unos resultados muy llamativos. Se han tomado dos grupos de estudiantes. Se les ha proporcionado cursos para mejorar el razonamiento verbal, oral y escrito. A uno de los grupos se le ha hecho estudiar otros cursos que tienen un alto componente en razonamiento espacial como el que se requiere por ejemplo para lidiar con mapas, o con problemas como el de mejorar el diseño de ciudades de manera que se reduzca el gasto de energía de sus habitantes. Pues el resultado llamativo es que los estudiantes que habían tomado estos últimos cursos vieron mejorada su capacidad de razonamiento verbal. Esto es una evidencia de lo que se denomina transferencia lejana de conocimientos y que consiste en la facultad de aplicar lo aprendido a otras tareas no relacionadas con lo aprendido (far transfer). La verificación, en este caso, se ha realizado mediante resonancias magnéticas que verifican el cambio neuronal ocurrido en los núcleos cerebrales que se ocupan de ese razonamiento verbal.

Ya se sabía que existe una conexión entre unos núcleos cerebrales que atienden nuestra relación con el espacio, y el razonamiento verbal. Por ejemplo, que cuando captamos lenguaje hablado o escrito, la mente lo espacializa. Y se supone también que esos núcleos que atienden nuestra relación con el espacio se desarrollaron para ayudar a nuestros antepasados primates a conducirse eficazmente en entornos complejos. (Mental Model Theory)

La investigación encontró que se pueden predecir mejoras en razonamiento verbal a partir de cambios en centros cerebrales de procesamiento espacial. Lo valioso del hallazgo de esta investigación es que abre posibilidades nuevas de influir en el aprendizaje a través del currículo.

Si queremos desarrollar el razonamiento verbal, tradicionalmente pensábamos en enseñar lógica, hacer que los chicos hicieran redacciones o enseñar geometría. Pero ahora se abren nuevas posibilidades, como ofrecer cursos con contenidos espaciales. O lo que sería mucho más revolucionario, descubrir juegos que por su contenido de espacialidad mejoraran la capacidad de razonamiento.

Podría ser un buen momento para explorar las intuiciones de María Montessori. Y para indagar en los efectos no intentados de algunas prácticas deportivas. Por ejemplo, la mejenga que aprendimos a jugar en el siglo pasado, era bastante un juego de fuerza bruta, de todos corriendo detrás de la bola. El futbol que se aprende a jugar hoy es una permanente armonía de tiempo y espacio. Ya no se valora el pase a los pies, sino el pase al punto y al momento, de alta peligrosidad para el equipo contrario, a los cuales el compañero podrá llegar.  Cuando quede claro que un juego, una experiencia, una situación, tienen el mismo efecto que una tarea o que un rato de estudio, tal vez podamos devolver horas de infancia a los niños.

Referencias

Otros artículos relacionados


Publicado

en

,

por

Etiquetas: