A los nuevos diputados

He tenido la dicha de compartir con muchas personas eficaces, y de esa experiencia he podido destilar la importancia de los temas a los cuales me referiré en esta nota.  Pero he ido más allá. He pensado que sería de valor, compartir estos temas con los señores diputados recientemente electos. De su eficacia depende, resumiéndolo mucho, la probabilidad de aumento -pequeño o grande- de la felicidad de numerosos o muchísimos habitantes del país.  

No me he quedado en la consideración del valor de hacerlo. Sino que ya empecé a hacerlo y le prometo a los diputados que les haré llegar lo que ya llevo escrito y lo adicional que logre escribir al respecto. Agotar el tema implicaría escribir libros. No haré eso. Estoy escribiendo una síntesis. Algo como un robusto resumen ejecutivo.

¿De cuáles temas trata esta publicación? Trata en primer lugar, de formas de pensamiento. Empezando por cómo traer al futuro, a influenciar lo que estamos haciendo hoy. Lo cual no quiere decir soñar despierto, ni dejar que los temores o las esperanzas se paseen sueltas por nuestra imaginación. Tampoco quiere decir que nos debemos repetir frases alentadoras como aquello de que querer es poder, lo cual es una falsedad. O que, como le leí a Rodolfo Cerdas, había que silbar para espantar el miedo. No. Me apego a Peter Drucker cuando dice que pensar estratégicamente es encontrarle sentido futuro a lo que estamos haciendo hoy.

Pongo en blanco y negro lo que podría ser un mensaje de urgencia sobre el tema del pensamiento crítico, entendido como qué hacer cuando nos parece que tenemos una solución, para no aceptarla y luego arrepentirnos por no haber mirado hacia todos los rincones. Toco entonces el tema de las preguntas y lo que pueden mejorar una decisión o una solución. Son preguntas tales como qué pasaría si…, qué podríamos cambiar en esta solución, en cuáles circunstancias esta solución no funcionaría.

Introduzco el tema del pensamiento sistémico, de lo cual sé muy poco, pero hago un uso muy intenso. Casi todo lo que sé es que en asuntos complejos todos los elementos suelen estar interrelacionados. La salud, por ejemplo, depende del sueño y del descanso, tanto como de la alimentación, del ambiente físico y del ambiente emocional, y posiblemente de otras cosillas. Me gusta pensar que en algo tan sencillo como un picaporte en una puerta, su buen funcionamiento depende del émbolo, del recibidor, de los tornillos de ambos, de los materiales de la puerta y del marco … y hasta de la altura, si es que queremos que los niños pequeños no se puedan quedar encerrados. Tener todo esto claro, aumenta nuestra eficacia. E imaginemos cuanto uso conviene hacer de esta forma de pensar, cuando, como es el caso de los señores diputados, se van a enfrentar a desafíos como la reactivación económica o la revitalización de la educación pública, ambos, más complejos que un picaporte.  

Incluyo algunas reflexiones sobre el pensamiento creativo. ¿A dónde se fue nuestra creatividad infantil? ¿Qué nos frena para mirar en otras direcciones? ¿Por qué aceptamos la tiranía del problema y dejamos que nos limite el horizonte?  Que se nos desinfle una llanta no tiene por qué llevarnos a buscar un inflador. Podría llevarnos a buscar quién nos cuide el vehículo, quien nos preste un teléfono para pedir auxilio, o dónde encontrar un taxi. Espero, en la publicación que he preparado, y en unas cuantas páginas, dejar bien instalada la inquietud de no conformarnos con lo obvio y menos con lo acostumbrado, ambos, candados mentales que nos limitan. Espero también aumentar nuestro nivel de conciencia de que todos, quien más quien menos, vivimos metidos en una caja formada por nuestras creencias, nuestros conocimientos y nuestros hábitos.

Me ha preocupado por años la relación entre el diálogo y la gestión de acuerdos. Lo resumo aquí, un poco más de lo que lo he resumido en la publicación de la que vengo hablando. Para dialogar hay que escucharse. Para escucharse hay que respetarse. Sin diálogo no hay acuerdo posible. Pero si sabemos dialogar -lo cual se dice fácil- existen métodos para que los conflictos no constituyan un juego de combate naval donde ambos grupos lo que esperan es derrotar al otro. Para que sea posible una relación de ganar-ganar -y no hagamos caritas antes de explorar la posibilidad.

Pues por ahí voy, aunque hay otros temas que también me parece que son importantes y sobre los cuales no he empezado a trabajar. Entonces ¿Para qué hablo de algo que no está terminado? Primero, para comprometerme a terminarlo. Luego para tantear el interés que pueda existir. Para escuchar de ustedes lectores, si les parece que este esfuerzo tiene sentido. Y para pedirles que si tienen diputados con quienes se puedan comunicar directa o indirectamente, los alerten en el sentido de que aquí hay un ciudadano común muy deseoso de contribuir, a aumentar la caja de herramientas con la que van a enfrentar,  ese encargo honroso y complicado que les hemos hecho los votantes. 

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