Para qué sobrevivir al cambio climático

En una nota previa a la última cumbre climática, el profesor Mark Banks de la Universidad de Glasgow sostiene que para salvarnos a nosotros y al planeta… debemos darnos a nosotros mismos buenas razones para ser salvados. El reto del cambio climático requiere que re-imaginemos los fundamentos de la sociedad. Para ello, necesitamos ideas movilizadoras acerca del mundo y de cómo podemos vivir en él de manera genuinamente sostenible. Debemos entender mejor lo que es digno de ser salvado y preservado y lo que no. (traducción libre)

¿Para qué vale la pena salvar a la humanidad y al planeta?  ¿Será que la forma como seguimos poniendo en riesgo al planeta y a la humanidad es en sí una respuesta y no solo una omisión irresponsable?

La pregunta es válida para generar reflexión no para escribir una estrategia de supervivencia.  Podría ser también formulada de manera retórica. ¿Queremos que la humanidad sobreviva solamente para que siga respirando? ¿O queremos que sobreviva para que llegue a estados superiores de convivencia y de auto-realización? ¿Queremos una supervivencia que nos sirva solo para “pasar raspando” o “dejando los pelos en el alambre” o la queremos para recorrer nuevos territorios de sensibilidad, de comprensión, de empatía, de solidaridad? ¿Estamos satisfechos con el nivel de conciencia que tenemos o sabemos de otros superiores y de cómo alcanzarlos?

Otra razón para formular ese tipo de preguntas es para motivar y darle más sentido a los esfuerzos de supervivencia.  Para sobreponerse a la crisis climática hay que diseñar un mundo nuevo. Por tanto, conviene preguntarse cómo queremos que sea ese mundo nuevo. ¿Queremos un mundo de guerras frías como el que caracterizó la segunda mitad del siglo veinte? ¿Lo queremos con la mitad de la población padeciendo hambre y enfermedad y con una concentración extrema de riqueza y de poder? ¿Queremos un mundo donde haya que dedicar tantos años a la educación elemental? ¿Una forma de vivir donde muchísima gente es como los pajaritos que se pasan todo el santo día procurando su sustento? ¿Dónde estemos muy contentos con dos semanas de vacaciones cada cincuenta semanas de trabajo? ¿Un mundo donde se trabajen cincuenta años para disfrutar una pensión escasa durante unos pocos años?  ¿Vamos a seguir dedicando tanto esfuerzo a lo material y tan poco esfuerzo a lo otro, llamémoslo espiritual? ¿Seguiremos canalizando tanta energía a lograr tener y relativamente tan poca a profundizar en el ser?  Un mundo más multidimensional está esperando a ser explorado.

Esas preguntas forzosamente llevan al tema de la felicidad, el cual hasta hace poco tiempo no era tratado de manera formal por ser tan general, tan subjetivo, tan inasible, pero que hoy es tema de investigación y reflexión en universidades serias.   Por ejemplo, la Universidad de Yale tiene en Coursera un curso llamado “La ciencia de ser feliz” (Traducción libre. El nombre en inglés es “The science of well being”), el cual ha sido uno de los MOOCs más populares, y el curso de “Psicología y la buena vida” conducido por la Profesora Laurie Santos es el curso más popular en la historia de Yale.  

Si me ponen a escoger, prefiero que la humanidad sobreviva y no que perezca. Pero prefiero que sobreviva en otros términos, con otras perspectivas, con un nuevo sentido, en los cuales se legitimen los cuestionamientos planteados. Los avances científicos y tecnológicos alcanzados y los que están en camino, permiten acoger estas perspectivas. Como ha sido planteado por Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, nuestra forma de vida requiere un reformateo.  

Otros artículos relacionados

Fuente de las citas del Profesor Banks

https://www.heraldscotland.com/opinion/19686018.agenda-art-living-cop26/?utm_source=Nature+Briefing&utm_campaign=807eba7ea9-briefing-dy-20211110&utm_medium=email&utm_term=0_c9dfd39373-807eba7ea9-46249786


Publicado

en

,

por