Video conversación: Fantasía política

Este es el resumen del video a continuación:

La presidencia de la República debería ser el resultado de una vida al servicio de la nación costarricense. En promedio, seguramente vemos al Presidente de la República unos 15 minutos al mes, que viene siendo como medio minuto al día. Basado en ese cortísimo insumo de información tenemos cientos o miles de personas que creen que podrían hacer un mejor trabajo que la persona de turno que ocupa la jefatura del Estado. Iniciamos una campaña política donde 27 contendientes libran una contienda para cosechar la simpatía de un electorado cada vez más antipático con la clase política. El sistema político electoral se ha venido erosionando elección tras elección. Las últimas dos, resultó evidente que, en las urnas, el partido político no fue determinante para las masas críticas de votantes que eligieron a los dos candidatos que llegaron a la segunda ronda y, eventualmente, al que resultó electo presidente. Esta vez, debido a la amplia dispersión entre esa cantidad tan abultada de partidos políticos, podría bastar un porcentaje muy bajo de votos válidamente emitidos para llevar a dos de los 27 a segunda ronda, que será, de nuevo, una moneda al aire en la que cualquiera de las dos personas podría resultar electa. Pero las opiniones favorables y desfavorables sugieren que la persona candidata tampoco tendrá un peso determinante en las preferencias electorales de la ciudadanía. ¿Qué sería, entonces, lo que determinará nuestro voto? Sometemos a consideración la hipótesis de que una agenda fértil vinculada y orientada al bien común que apuntara al mayor impacto para la mayoría de habitantes a partir de hoy y a largo plazo, podría crear confianza con una ciudadanía desconfiada. Lo más delicado que nos jugamos como nación es la robustez del sistema de gobernanza. La creencia popular de que “todos los políticos son ladrones” le hace un daño letal al pacto social necesario para que unas personas aspiren a representar a la ciudadanía en el gobierno por un período de cuatro años. Si nuestras mejores personas rehúsan participar en la política electoral para que no se les etiquete de ladrones, perdemos como país. La buena noticia es que, entre todas las personas interesadas en aportar, podríamos construir una agenda desde y para el bien común y exigirle a personas candidatas y eventuales representantes qué es lo que querríamos ver transformado en los próximos años.


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