El ser humano es una especie en constante convivio con el aprendizaje. Lo desconocido despierta nuestra curiosidad. El desafío nos convoca. Pero nunca habíamos vivido en una época como la actual, donde es una exigencia profesional, política, económica, social, el aprendizaje continuo. Hoy somos todos aprendientes por actitud. No quiere decir que todos debamos saberlo todo. Es imposible. Además, implicaría saber todo lo cierto y también todo lo falso que circula. Doble imposibilidad. Significa que debemos ser proactivos persiguiendo nuestros intereses, buscando formas de entrar en contacto con información que nos permita comparar y contrastar lo que sabemos con nuevo conocimiento que va siendo descubierto, creado, compartido, cambiando nuestra opinión cuando entramos en contacto con nuevas circunstancias, relaciones, actividades. Más importante, debemos poner lo que sabemos a prueba vivenciando muchas y muy diferentes experiencias que retroalimentan nuestro saber a niveles más allá de lo meramente intelectual. Nadie nos quita lo bailado. La vida es resiliencia. Siempre buscamos florecer. Hagámoslo. Y facilitemos en otros su potencial de ser la más bella flor de su propio jardín. El mayor valor de una flor está en su ser, no en tu tener. Observémosla. Imitémosla. Co-florezcamos con ella.
Conversación: Bienestar de la biósfera
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