El aprendiz de brujo se propone que la escoba trabaje en su favor. Luego la escoba se sale del libreto y hace lo que él no quiere, pero no encuentra las palabras mágicas para detenerla. Entonces la quiebra y para su sorpresa, ahora en vez de una hay dos escobas haciendo lo que él no quiere que hagan.
La tecnología de las anteriores revoluciones industriales, sin duda ha creado formidable bienestar. Seguramente si supiéramos lo que sabemos hoy sobre la fragilidad del planeta tierra, hubiéramos intentado detenerlas en su momento, o gestionarlas de mejor manera, pero no sabíamos las palabras mágicas para hacerlo.
Aquellas revoluciones lo que hicieron fue ampliar la capacidad muscular de la humanidad. Aprendimos a hacer carreteras que rompen ecosistemas, ciudades que asfaltan las tierras más fértiles y motosierras que arrasan con bosques a una velocidad que jamás hubieran soñado los leñadores que volteaban montaña a punta de hacha.
¿Había otra forma de haberlo hecho? Sí, si hubiéramos gestionado las nuevas capacidades tecnológicas con una visión de sistemas; si hubiéramos diseñado políticas para corregir las deficiencias del mercado por ejemplo en cuanto a externalidades negativas; y si hubiéramos establecido algunas normas éticas que le hubieran puesto freno al santo y seña capitalista de hacer máximas las utilidades.
Pero eso es el pasado. ¿Qué ocurre ahora? Está en marcha otra revolución, ahora digital, la cual no afectará nuestras capacidades musculares, sino nuestras capacidades cognitivas. ¿Cuáles serán las consecuencias del comercio digital, de la educación virtual, de la tele-medicina, del traslado de grandes contenidos de la memoria humana a la memoria digital, de la explosión del número de mensajes, de diversión, de fake news? Cierto que el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, pero esa adaptación ¿lo llevará en una dirección que le convenga a la humanidad, a la vida?
Con la experiencia acumulada en otras revoluciones industriales deberíamos estarnos preocupando por las normas éticas que hubieran impedido que le causáramos al planeta, a la vida, los daños que les hemos causado. Ser capaces de lograr unos determinados resultados mediante unas determinadas tecnologías, no nos autoriza a hacerlo. Los medios no justifican el fin.
Otros artículos relacionados