Entre este sufrimiento y otro peor

  • El paciente se queja de dolor agudo en el abdomen, tiene un conteo elevado de glóbulos blancos. El médico tratante dice que tiene apendicitis aguda. ¿Hacemos una consulta entre todos los familiares a ver si seguimos el consejo del médico y autorizamos la cirugía? ¿O consultamos a los vecinos sobre buenos remedios caseros para el caso? El reloj va corriendo. ¡Ojalá no tuviera apendicitis, pero la tiene! Y entonces cirugía hoy es mejor que peritonitis mañana… para no mencionar lo que podría seguir pasado mañana.
  • Nadie aplaude cuando el tratamiento obligatorio es la cirugía.
  • La situación fiscal del país es severa. De peritonitis a pocas semanas vista.
  • Con cualquier solución, todos vamos a quedar peor que como estábamos. Unos sin aumentos automáticos. Otros sin puesto. Otros con más impuestos. Todos con mayor dificultad para reactivar la economía. Esa es la realidad. Y la realidad acaba imponiéndose por más que pataleemos. ¿No es eso lo que hemos aprendido como adultos?
  • Hay una pregunta que no se vale: ¿Cómo me escapo de pagar lo que hay que pagar y que paguen otros? Sí se vale preguntar ¿Es este plan mejorable? Pero el proceso de mejoramiento no puede ser interminable.
  • El Gobierno no puede, no debe ir al Congreso ni al FMI con una propuesta floja. Ahí se la van a detener. Y debe con apertura, incorporar la mayor cantidad de ideas para mejorar el plan. ¿Pero no es cierto que en estos meses hemos externado nuestras ideas sobre cómo mejorarlo? Si alguien no ha tenido oportunidad de hacerlo o recién ha tenido una iluminación salvadora, escúchenlo. Pero no hay que ser un gran observador para darnos cuenta de que le estamos dando largas a una decisión que a todos nos dolerá.
  • Lo que esperamos del gobierno no debe ser un plan perfecto, sino uno suficientemente bueno.
  • El médico responderá todas las preguntas del paciente y de sus familiares, pero no sería responsable si su posición no deja ver con claridad que no está de acuerdo con cataplasmas o bebedizos.
  • En nuestro problema, la solución no puede ser indolora para nadie. Sí deberíamos salvar de más dolor a los más débiles. Pero todos los demás, vamos a sentir el pinchazo. Sí deberíamos tener claro que, sin pinchazo, no hay solución.
  • La posibilidad de que el plan cause menos dolor se fue perdiendo en decenios. Nos faltó previsión. Nos faltó responsabilidad como ciudadanos informados. Nos faltó disposición al sacrificio. Nos faltó exigirles responsabilidad a varios gobiernos.
  • Nadie aplaudirá al recibir el pinchazo, pero es que la opción no es que en vez de pinchazo me den confites. No existe esa posibilidad. La opción es que, sin pinchazo, vamos a estar en una situación que es muchas veces peor.
  • Suframos el impacto con realismo. ¡Qué desgracia, pero hay que beberse este trago amargo! Otros podrían montar una rabieta. Si la rabieta es de mil o de diez mil, del otro lado estamos muchos más. ¿Qué es el bien común sino lo razonablemente mejor para los más numerosos?
  • ¡Esta mayoría, dentro de la cual me incluyo, está silenciosa, con actitud de “a mí que no me pringuen, que esta bronca se la coma el Gobierno”! Pero si seguimos así, una minoría más ruidosa acabará imponiéndonos más sufrimiento que el que debimos haber tenido. 

     

     

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