Desarrollar a otros   

Llamamos desarrollo personal al proceso dinámico que hace que una persona se mueva desde donde está, hacia un nivel superior, en cuanto a conocimiento, destrezas, actitudes, hábitos, sensibilidad, conciencia. Si un líder, un padre o madre, un jefe, un amigo, quiere contribuir al desarrollo de la otra persona, ¿qué debería hacer?

Conviene primero que se pregunte, ¿cuáles actitudes de mi parte desarrollan a la otra persona? La confianza que tengamos en su capacidad de desarrollarse abre la puerta a su desarrollo. Todos tienen esa capacidad, pero la tienen en diversos grados ya que es un rasgo individual de cada uno. Vamos mal cuando esperamos que A se desarrolle de la misma forma que B, aunque A y B sean gemelos mellizos.

Tenemos que reconocerle a la otra persona el derecho a ser como es, a pensar lo que piensa, a decir lo que dice, en suma, a ser ella tal cual es. Como sabemos que todos podemos crecer, mejorar, desarrollarnos, aunque la aceptamos tal cual es, hemos de proveerle de incitaciones para que, si quiere, se mueva en las múltiples direcciones de ese mejoramiento. Sin embargo, hemos de tener una respetuosa aceptación de resultados. Aceptación de por dónde va, porque cada uno va por donde va.

No somos su gurú.  Podemos operar como su compañero de viaje. O a veces como su “sparring”, ese asistente con quien los boxeadores van desarrollando destrezas. No somos los iluminados que le dicen por donde ir, sino que tal vez le mostramos posibilidades porque hemos estado “en esto” más tiempo que ella o porque tenemos intereses y circunstancias diferentes. No nos ofrecemos como modelo. Nos ofrecemos como repertorio.

La relación tiene que estar basada en la realidad. Cada uno va por donde va. No importa a dónde llegará. Lo que importa es que logremos avanzar hoy. ¿Cuánto? Lo que se pueda, sin perder la paz en ansiedades o reproches.

¿Qué contenido debería tener la relación? Preguntas, retos, retroalimentación apreciativa, ayudar a la otra persona a procesar lo que no sale bien o lo que está siendo muy difícil. Los retos han de tener suficiente intensidad como para que motiven, pero no tanta como para que produzcan frustración. La evaluación apreciativa se centra en lo que hay, por ejemplo, en las fortalezas, y no en lo que no hay, por ejemplo, las debilidades.

Ha de quedar claro para ambas partes que no somos solamente seres productivos. Que no basta con entrenarnos para desempeñar un puesto o ejercer un oficio o profesión. Que de lo que se trata es de llegar a alcanzar grados de excelencia en otra serie de dimensiones.  Que esta relación, este camino que hacemos juntos, puede y debe ser disfrutado. Que ambos debemos agradecer este tramo, y agradecer todos los otros dones. Que el recorrido lo podemos hacer con alegría y que hemos de mantener alimentado un sueño creciente, que se agranda con cada nuevo paso que damos.

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