Las autoridades educativas, públicas y privadas, tienen muy claro qué hacer en la enseñanza formal, cuando se dispone de seis horas al día. Pienso que una de las limitaciones de la enseñanza virtual que se intenta hacer en estos tiempos de pandemia, es que los estudiantes no pueden dedicar seis horas al consumo de contenidos. Entonces, habría que hacerse la pregunta de qué convendría hacer con dos horas, por ejemplo. La respuesta, desde luego, tiene que ver con cuáles contenidos sacrificar y cuáles privilegiar.
Me gusta mucho pensar que los estudiantes se están preparando para un viaje. Si solo pudieran llevar una cosa más ¿Cuál sería? Si solo dispusiéramos de diez minutos de su atención, ¿Qué querríamos ponerles en la mochila?
¿Cuál es la expresión popular de alguien que no cree en lo que le estás diciendo? Me parece que la expresión es ¿Será…? He dicho cosas a personas que me las escuchan, pero no las acaban de creer y la palabra que externan es esa: ¿Será …? Les parece ofensivo decir simplemente no. Además, al decir no se les preguntará por qué no lo creen. Entonces para suavizarlo dicen ¿Será…? La duda que va en el corazón de esa expresión es de alto valor formativo. Imagino a Descartes, aplicando esta actitud a todas las etapas de su pensamiento en busca de un cimiento sólido y creando su instrumento de duda metódica. Eso me gustaría que se llevara a su viaje un estudiante con quien solo pudiera hablar cinco minutos. Recuerdo al doctor Láscaris hace sesenta años diciendo a una de sus clases que sería un gran logro si del curso de filosofía, al menos se lograra que al leer el periódico, no consumiéramos su contenido como si fuera la verdad.
En estos tiempos de post-verdades, de medios sociales inundados de afirmaciones anónimas recirculadas, nuestros estudiantes deberían tener una actitud de cautela antes de aceptar cualquier afirmación y un método para someterlas a prueba. Sobre esa actitud se puede ir construyendo todo el árbol de preguntas y actitudes que llamamos pensamiento crítico. En nuestro medio, es inevitable aprender a leer, pero sigue habiendo una gran necesidad de pensamiento crítico.
¿Qué más querría poner en sus mochilas? A los estudiantes se les pueden plantear mil preguntas de esas que tienen una sola respuesta: ¿Cuál es el área de un cuadrado que tiene tanto de lado? O ¿Cuál es la población de Brasil? Pero eso contribuye a su desarrollo intelectual mucho menos que las preguntas que hacen pensar. Enseñémoslos a plantearse ¿Qué pasaría si …? ¿Qué pasaría si las vacas volaran? ¿Qué pasaría si por una hora se suspendiera la gravitación en la tierra? ¿Qué pasaría si tenemos que seguir en cuarentena permanente? ¿Qué pasaría si el agua de la cual disponemos se reduce a la décima parte? Para responder esas preguntas tendrían que explorar interdependencias entre muchísimos elementos y así los estaríamos poniendo en contacto con una disciplina de altísimo valor que es la teoría de sistemas y tendríamos también ocasión de mostrarles en qué consiste el pensamiento creativo.
Padres y madres: si sus hijos estudiantes están en viaje hacia un diploma, dediquen su ansiedad a qué va a pasar con los contenidos del programa. Pero si para ustedes, sus hijos están en viaje hacia la vida, tal vez más importantes que los contenidos es dotarlos de una buena brújula. Para eso tal vez sea útil lo que queda dicho.
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