Como fui docente por muchos años, con alguna frecuencia encuentro exalumnos quienes me recuerdan algo que yo decía en clase, a veces sobre la disciplina y muchas veces sobre otras cosas de aquí y de allá. Esas citas me parecen venir, porque de ahí vienen, del pasado, de otras circunstancias, de otras cosmovisiones, porque no siempre he tenido la misma. Pero siempre me resultan revitalizadoras.
Leí una vez, que algunos pacientes cuyos tipos de sangre son poco comunes, cuando se enfrentan a una cirugía planificada, van donando su propia sangre, en un período de unas cuantas semanas con el fin de que las transfusiones que tengan que recibir se abastezcan en buena parte de ese depósito y así evitar alergias, shocks y rechazos.
Esto sugiere una analogía. Nuestra vida cotidiana va presentando excesos y deficits de energía emocional. Los fines de semana nos sobra energía: hacemos cosas que nos gustan, se suspende el estrés de la semana, nuestras actividades no son contra reloj. El lunes entre las 7 y las 11 de la mañana, por los pendientes de trabajo que encontramos nos parece que nos hubiéramos ido del trabajo por una semana. Corremos, nos enojamos, perdemos concentración. El balance de energía es negativo. De manera más detallista y según nuestro ciclo circadiano, por la mañana somos unos y a las siete de la noche somos otros.
Lo mismo nos ocurre en cuanto a situaciones gratas o ingratas. Los primeros días en un puesto, son de luna de miel. Sobra energía emocional. Los últimos días de una persona que es separada de un puesto, constituyen un drenaje de esa energía.
La idea entonces es que pudiéramos escribir o grabar reflexiones, en las buenas, para cuando vengan las malas. Los valles de nuestra emocionalidad nos impiden ver las cosas como las veíamos cuando transitábamos por las crestas. Eso es cierto hasta topográficamente. Desde un cerro elevado, ves lo que no ves cuando has descendido al valle.
Lo interesante de la auto-transfusión emocional es que el lenguaje, los conceptos, los valores son los mismos nuestros en una y otra situación. Muchas veces el mensaje de apoyo o aliento que recibe quien está pasando por una crujida, es un “cuerpo extraño”, con posibilidad de reacción, de rechazo o de shock, porque está constituido por conceptos o valores ajenos. En los países del norte, en lo profundo del invierno, parece como que nunca volverá la primavera. Algo que nos recuerde la primavera que pasó, y sobre todo, la que vendrá, es una ayuda importante.
Hagamos apuntes, conservemos recuerdos, de nuestros momentos de disfrute, de gozo, para visitarlos en los momentos en que el ánimo decae. Conservemos vívidas memorias de nuestros momentos de victoria, para que nos sostengan cuando estemos bajo fuego.
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