Empezaremos una década nueva, con un año al cual podemos denominar de manera muy compacta: 20-20. Eso no ocurría desde 1919. ¿Qué querríamos lograr en este nuevo tramo de nuestras vidas?
Seguramente los estudiantes responderían que quieren ganar el año y los que están concluyendo etapas hablarían de su graduación. Los empresarios querrían un año con más productos o más mercados y todo con más ganancias. Los diputados, un año con mayores logros que este que concluye, que fue bastante bueno. Los artistas querrían producir alguna obra, una canción, un cuadro, una composición musical, otros poemas, terminar la novela que se ha ido quedando por ahí. Los jefes de familia, querrían la casita propia, o hacerle esa deseada ampliación a la actual. Los agricultores, probar con ese nuevo cultivo o agregarle valor a los que ya producen. Las amas de casa querrían simplificar las labores para no tener que dedicar a ellas todo el santo día. Los educadores querrían poner en práctica algunas nuevas técnicas didácticas, o contar con alumnos más interesados y más responsables. Los pastores y clérigos querrían que su ministerio tuviera más fruto, su palabra más convicción, sus fieles más fervor y más coherencia entre lo que creen y lo que practican.
¿Conviene tener una sola aspiración o podríamos tener varias? No somos seres unidimensionales. El estudiante no es solo estudiante. El empresario no es solo empresario. Por eso no debemos limitar nuestras aspiraciones sino que debemos tenerlas para todas las dimensiones que tenemos. Cada persona puede ser estudiante, formal o informal. Hoy la amplia disponibilidad de información nos da a todos la oportunidad de ser estudiantes de múltiples temas. Pasear la vista por la Red en plan de distracción, es desaprovechar la posibilidad de ir recibiendo información, ordenándola, procesándola. No toda, lo cual es imposible, sino la que consideremos que tiene más sentido para nosotros en función de nuestro trabajo, nuestros gustos o nuestras inquietudes.
Cada persona puede ser empresaria. La esencia del empresario es que ve en su mente cosas que desea hacer, tiene la iniciativa de ponerse en marcha en pos de ellas y tiene una forma ordenada de accionar para lograrlas. Estos pasos los puede replicar un pastor en sus tareas, o una ama de casa. Cuando el diputado hace su lista de proyectos que le gustaría ver convertirse en leyes, está ejercitando su visión, al igual que el empresario. Y al igual que él podría ponerse en marcha y accionar para lograr esa visión.
Y cada persona, aunque no sea un artista, podría tener sus proyectos relacionados con el arte. No todos podemos producir un poema, pero sí que todos podemos admirarlo. No se necesita ser compositor para hacer una lista de las obras o las melodías que más nos conmueven, y proponernos no esperar a que nos aparezcan en la Radio Universidad sino ser más proactivos en su búsqueda. Hace años, había que tener un caro libro de pintura para admirar una determinada obra. Hoy podemos encontrar amenas descripciones e ilustraciones. Ejemplo https://www.youtube.com/watch?v=-n9sUhsTYyc
Somos miembros de diversas comunidades y nuestra capacidad de contribuir a su bienestar es mejorable, de ahí que convenga preguntarnos cuánto estamos contribuyendo y de cuáles maneras podríamos contribuir más. El amplísimo concepto de bien común, está esperando a que nos vayamos preguntando detalladamente, cómo podemos contribuir al bienestar o a la eficacia de nuestro grupo de trabajo, nuestro vecindario o nuestro grupo de amigos.
La ética nos sugiere normas de convivencia más civilizadas. Ahí están en espera de que descubramos su contribución al bien común, y en espera de que las refinemos. Tal vez no mentir es el nivel más bajo de la norma de veracidad, pero podríamos descubrir que en nuestros días, deberíamos ser muy proactivos para no poner el ojo en lo que parezca ser una mentira, o no comentar las mentiras ni siquiera por vía de ejemplo. Así estaríamos asumiendo una posición activa con respecto a las fake news. Posiblemente la mayoría de las normas éticas se revitalizarían con esfuerzos análogos.
Podemos pensar en nuestra salud como algo dado. O podríamos visualizarla como, en parte, producto de nuestros hábitos saludables. La ingesta de alimentos y bebidas, el uso de estimulantes, el ejercicio sistemático, el manejo del estrés, son variables que contribuyen a la salud que iremos teniendo. Iniciar un buen hábito o debilitar uno existente podría tener impacto en nuestra salud.
Por más ocupados que estemos, es saludable crear tiempo libre, para dedicarlo a los pasatiempos, el deporte, o simplemente para poder permanecer sin ninguna ocupación, dejando que nuestra mente y nuestro organismo realicen sus funciones de mantenimiento. Estar sin hacer nada es bastante difícil en estos tiempos de tanta ocupación y distracción, pero si no lo logramos, estamos sobre exigiéndole a nuestro organismo. El sueño, y las siestas, tienen un efecto no solo sobre nuestra creatividad sino sobre nuestra productividad en general.
Somos seres mejorables. Es necesario encontrar caminos para mejorar. Todos sabemos lo que hay que hacer para aprender un idioma extranjero. Y eso realmente, es mejorar, pero no debemos olvidar otros desafíos de nuestro proceso de mejora. ¿Cómo ir siendo más libres? Y más tolerantes, más responsables, más prudentes, más sensatos, más sensibles. ¿Cómo ir dándonos cuenta más cabal de lo que hay y de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros? Somos un pro-yecto. Un ser cuya trayectoria futura no alcanzamos a percibir hoy, y de la cual somos encargados, curadores, pastores.
Como se ve, el tema no se agota en aumentar el ingreso y ganar el año.
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