Hay que subsanar el déficit que dejó la huelga de maestros. Si intentamos hacerlo de la manera tradicional, no ganaremos nada. Si inventamos una nueva forma de abordar el problema, habremos ganado mucho. Tal vez hasta en el futuro podríamos congratularnos de que haya habido huelga.
Empecemos por no buscar el gato negro, en la habitación oscura donde no está el gato. Quebremos algunos paradigmas que nos atan al pasado: no enseñamos. Los chicos aprenden. La capacidad de aprender es creciente. Se puede desarrollar. Si el estudiante no se apropia de su aprendizaje, si no le ayudamos a gestionarlo, estamos perdiendo el tiempo. El estudiante no es un paciente. Debe verse a sí mismo y debemos verlo como agente.
Creemos una nueva cadena de valor que suscite aprendizaje. Lo importante es diseñar la constelación de actividades. Con una “dosificación” que produzca sinergia. Revisemos a Michael Porter. ¿Cuáles son los grupos de actividades de valor? Motivación del estudiante; entrega atractiva de contenidos; evaluación desarrollante, que informe al estudiante y al maestro sobre la eficacia de sus respectivos métodos.
Introduzcamos en la ejecución de esto lo que dice la neurociencia. Convirtamos en actores a la dopamina y a la serotonina. Apuntemos a promover el aprendizaje en vez de la memorización.
Seleccionemos a los docentes más capaces de motivar. Si no sabemos quienes son, pongámonos un cuatro en gestión educativa. Contratemos expertos en motivación para entrenarlos. No todos los motivadores conocen a fondo su negocio. No dejemos por fuera los hallazgos de Carol Dweck ni lo que la responsabilidad puede hacer por la motivación. Recurramos a la FOD sobre entrega de contenidos. Olvidemos la estructura tradicional. Rotemos a los maestros para que desarrollen sus actividades de valor ante diversos grupos de estudiantes.
Esta recomendación es una forma de hacer que la huelga restituya a la nación con creces su enorme costo y el perjuicio causado. Autoridades: si hacen esto, y lo hacen bien, dentro de muchos años todavía se podrá decir ¡Qué dicha que hubo esa insensata huelga en 2018, ya que a raíz de ella metimos a la educación costarricense en el siglo XXI!