La normalidad es muy agradable. Nos permite transcurrir a través de ella con poco esfuerzo. Aplicamos nuestras rutinas, nuestros hábitos y vamos exitosamente haciendo el recorrido. Pero algo cambia y se encienden nuestras alertas. Tenemos que pensar más el próximo paso que vamos a dar. Nos preocupa si la perturbación es solo un evento pasajero o si es el preludio de perturbaciones mayores.
La ruptura de la normalidad nos remueve internamente. Hablamos del asunto. Escuchamos a muchas personas. Los medios se llenan de opiniones. Los actores de la ruptura vociferan y no hay cómo no escucharlos. Esto nos va transformando de espectadores en actores. Nos matriculamos en uno u otro bando. Y empezamos a sentir una ebullición interna, la cual finalmente desemboca en uno de dos caminos. O elegimos ser optimistas y pensar que la perturbación pasará y que no tendrá consecuencias. O el pesimismo nos lleva a pensar que esto es el inicio de una crisis permanente, con la cual el destino nos viene a cobrar por haberle halado demasiado el rabo a la ternera y haber descuidado la tarea de contribuir a la estabilidad de la nación.
Durante la crisis, suspendemos planes, modificamos actividades, reducimos el ritmo de nuestra acción. Es semejante a lo que ocurre ante una alerta individual: cambia el ritmo de nuestra respiración, la velocidad a la cual late nuestro corazón, focalizamos la visión y la atención y nos preparamos para luchar o huir. Es como si un arroyo hubiera encontrado de pronto una presa que le impide continuar. Se acumula agua. Se acumula energía, y se detiene el flujo aguas abajo.
¿Y ahora, pasada la crisis, que haremos con la energía acumulada? Se la puede dedicar a buscar culpables. O a analizar las causas. Pero sería preferible dedicar esa energía a pensar en la salud de la nación y en formas proactivas de aportar nuestra contribución. Hay un bien común ya sedimentado, construido por nuestros predecesores y un bien común que está por construirse. Nuestra contribución, hará diferente ese bien común. Y nosotros, seremos mejores si contribuimos.