Si en una empresa me encuentro un buen número de estas prácticas, estaría dispuesto a afirmar que ahí hay un clima propicio a la innovación.Se vale cuestionar a los jefes. Se vale hacer preguntas que parecen tontas.No se gasta mucho tiempo apuntando sino disparando y corrigiendo. Cuando surge una idea nueva, se le exige más a la argumentación de quienes la oponen que a la de quienes la apoyan. La disciplina se entiende como un requisito de orden y no como un ritual esclerosante. La informalidad no es mirada con desdén.
A los colaboradores se les dan instrucciones generales y se los deja en libertad de escoger el cómo. Hay espacios y tiempos privilegiados para el pensamiento lúdico, tentativo, no acartonado, ni burocrático. Entonces se mira el mundo al revés. La lógica no oprime a la ocurrencia. Se pregunta muchas veces qué pasaría si … La infraestructura posibilita los encuentros y la serendipidad: oficinas abiertas, rotafolios y pizarras accesibles. Muchos encuentros de pasillo entre colaboradores y jefes. Interacciones virtuales frecuentes, técnica de delfos, documentos “mártires”, visión sistémica, mapas conceptuales.
Los jefes son porristas; coaches. Se interesan más en influenciar que en ejercer la autoridad. Es legitimo explorar y por tanto, equivocarse no es pecado. Todos son protagonistas. No hay vacas sagradas ni vedettes. Se escucha a los jóvenes. Se construye a partir de los puntos fuertes. Se ve lo que hay, de preferencia a lo que no hay. Se tiene clara conciencia de la realidad, pero se piensa que la realidad puede ser modificada. Se sabe soñar, y buscar formas de concretar los sueños. Se sospecha de los expertos, de los consultores, de los libros de texto, heraldos de la ortodoxia y se le abre espacio a lo desconocido, a lo imaginado, a lo heterodoxo.
En una empresa así, hay más ansiedad que seguridad. En ella pesa más el mercadeo que la contraloría. Se leen más revistas que se llenan formularios. Los procesos importan más que las actividades. Más polifuncionalidad que puestos en forma de caja. Hay más humor que caras largas.