Disposición a negociar

Se escucha con frecuencia que durante los próximos cuatro años, sin acuerdos no habrá logros. ¿Qué vamos a hacer como país? ¿Estamos dispuestos a dar por perdidos esos años? El poder ejecutivo tiene rostro visible. El poder legislativo no, característica de los cuerpos colegiados. Al presidente le pasamos la cuenta por la falta de logros, en forma de pérdida de capital político. Un congreso puede funcionar con cero capital político. Hay que hacer visibles los rostros de los diputados, a base de transparencia e información con sentido. Así existiría un incentivo para que tuvieran afán de logro. Sin una “penalización” los diputados podrían sentirse tentados a jugar el juego de yo no estoy de acuerdo, pero tampoco propongo ninguna modificación razonable.

Si los acuerdos son condición necesaria de los logros, si los logros son deseables para el bien común, negarse irreflexivamente al acuerdo es accionar en contra del bien común. En una nación bien organizada, ese comportamiento debería tener un costo. Eso hace importante la transparencia de la gestión de búsqueda de acuerdos. Se quiere saber la disposición de las partes a construirlos; las ofertas, demandas y respuestas que se intercambian. El presidente puede, y quizá debe,recurrir al pueblo cuando sienta que el congreso está perjudicando el bien común.

En democracia, el electo no es coronado rey omnipotente. No tiene ese derecho. Pero es antidemocrático no reconocerle que al ganar una elección la mayoría de los votantes le ha querido asignar un determinado espacio de maniobra. Querer obstaculizar ese espacio, es anti democrático. La oposición también tiene un derecho. Es el de gestionar iniciativas constructivas y ejercer control político. No el de obstaculizar. Son representantes de los habitantes. No gestionan por sí. Los representados deben enterarse de cómo se conducen sus representantes a la hora de las negociaciones.

En las negociaciones políticas que vendrán en los meses siguientes, nosotros, el pueblo, quisiéramos tener a la vista cómo negocian nuestros representantes. Estamos en el mismo barco yno quisiéramos perecer a causa de la sordera o la testarudez de quienes nos representan.


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