Un benefactor, es una persona que con intención o sin ella hace bien a otros. Vivir en sociedad es colocarse en posición de hacer bien sin saber a quien, o de recibir beneficios procedentes de quién sabe dónde.
El profesor que escribe un libro para decir de manera más clara lo que otros ya han dicho, es benefactor de estudiantes futuros que encontrarán en el libro un escalón para ir más allá. El artista que se prepara incansablemente para ejecutar su acto artístico de manera que logre transmitir belleza, es un benefactor. Participa de la habilidad de la naturaleza de construir belleza.
También la persona que respetuosamente se apega a una norma beneficiosa – como no cruzar la calle donde no se debe, como utilizar los puentes peatonales, como respetar el orden en las filas, como conducirse civilizadamente en sus interacciones- está ayudando a legitimar y robustecer normas de convivencia que a todos nos benefician.
El empresario que sueña con su proyecto. Que le dedica su energía y su tiempo. Que arriesga algunos de sus recursos. Y que finalmente lo pone en marcha, no solamente está creando unos cuantos puestos de trabajo. Está también iniciando el bullir de ideas, la dinámica de mejoramiento, la incansable búsqueda de cómo producir valor, es decir, satisfacción para necesidades que existen en el medio. Crea oportunidades de aprendizaje y desarrollo para quienes colaboran en la empresa. Adopta prácticas que de alguna manera elevan la eficacia general de quienes trabajan en ella, y las cualespueden irradiarse hasta sus hogares y otros entornos. Porque no se puede ser buen miembro de equipo en la empresa, y no escuchar activamente a la pareja y a los hijos.
Y qué decir de la persona madura que sabe lidiar con la adversidad; que sabe balancear la crítica y el optimismo; que tiene la habilidad de trasmutar tristeza en esperanza; o de aquéllos que son una piedra filosofal que transforma el odio en amor.