En muchas empresas se siguen enfoques mecanicistas de la forma “mande a fulanito a un curso o traiga un asesor y ocurrirá un aumento de productividad”. Y no se indaga cuáles son las condiciones necesarias para que opere la lógica de la formulación.
Entrene a fulanito, quien no tiene las destrezas requeridas, o el jefe adecuado, o el entusiasmo suficiente y no ocurrirá nada. Contrate a quien lo asesore sobre lo que no tiene significado estratégico y tampoco ocurrirá nada. ¿Se hace un seguimiento de los impactos? ¿Se hace un esfuerzo de aprendizaje cuando los programas tienen impacto cero?
¿Cuáles ideas podríanfuncionar tanto en una pyme como en una gran empresa?
Conviene seguir enfoques simples, sensatos. El objetivo no debe ser alcanzar un ideal o realizar un milagro. Se empieza por buscar que el talento suba una grada.
Haga un inventario de necesidades de talento. ¿Cuáles puestos lo necesitan con urgencia? Enfóquese en ellos. Haga una investigación sobre gustos. ¿Quiénes de sus colaboradores tienen en el fondo de su ser el gusto instintivo por las funciones que requieren de mayor talento? Nunca nos preguntamos en las empresas si lo que cada uno está haciendo, lo hace alineado con sus gustos, con sus motores vitales o contra ellos. Se puede ser chofer, contador o vendedor, contra sus intereses vitales o a favor de ellos.
¿Cuáles son los mejores métodos de enseñanza-aprendizaje? Cuando se desarrolla un programa de capacitación sus responsables deben utilizar al menos las mismas herramientas que pone en juego una buena carrera universitaria.
Hay colaboradores en las empresas que trabajan con el freno de mano puesto. Su productividad e innovaciónse ahogan bajo sistemas, procedimientos o estilos de jefatura. Verifique cuáles frenos conviene soltar. ¿Hay en la empresa una persona a la que se le pueda encargar esa bonita tarea de suspender los frenos y liberar el talento? Si le queda valor, indague –como sugiere Deming- quiénes están paralizados por el temor y libérelos.