Necesidad de afiliación

Escuché que en Costa Rica, tenemos más intensa la necesidad de afiliación que la de logro. La necesidad de logro es la que mueve a las personas a hacer cosas, a concluirlas, a construir, a tener éxito, a intentar alcanzar metas desafiantes, a mejorar. La necesidad de afiliación es la necesidad de ser aprobado, de que te miren bien, de que te aplaudan, de tener muchos conocidos, amigos o seguidores en Facebook.

Una cosa no es mejor que la otra. Y en algunos casos ambas van juntas. El político quiere producir obra por afán de logro, pero también por afán de afiliación. Pero cuando esto supera a aquello, se convierte en populista y causa daño.

¿Qué ocurre cuando ambas necesidades entran en conflicto? Eso ocurre, por ejemplo, cuando el jefe, para lograr las metas, tiene que tomar medidas que no son populares. En algunas circunstancias queda clarísimo que las medidas duras se le imponen por igual al jefe y a los seguidores. Churchill no ofrece sangre, sudor y lágrimas, porque tenía alma de acero –que sí la tenía- sino porque no había de otra.

En cambio el hijo o el estudiante, muchas veces se quejan de que su padre o el maestro, les señalan caminos innecesariamente duros. Si esos caminos son más eficaces, está claro el dilema del superior: o cosecha logros o mantiene su popularidad.

Alfred Sloan, cuando presidía la General Motors, presentó a la Junta un proyecto con el cual todos los presentes estuvieron inmediatamente de acuerdo. Entonces levantó la sesión y los instó a ser más críticos en la próxima. Sabía que el jefe que solo recibe aprobaciones, está en peligro.

Es bueno tener muchos amigos. Es bueno tener seguidores. Pero cuando conservarlos te lleva a aceptar lo que no es correcto o lo que es menos eficaz que lo posible, mal asunto. Y en un grupo social o de trabajo, es sana la regla de que se vale discrepar y seguir siendo tan amigos.


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