Ganarse la vida

Alguien sugería preguntarse: si tuvieras todo el dinero del mundo ¿Qué estarías haciendo?

Si la respuesta dista mucho de lo que estamos haciendo, se puede concluir que nuestras actividades se realizan principalmente por dinero. Entonces afirmo, que en ese trabajo no nos estamos ganando la vida, sino que estamos vendiendo la vida.

Trabajar implica un esfuerzo. Pero nadie ha dicho que hacer esfuerzos sea desagradable. De hecho pagamos en el gimnasio para que nos pongan a hacer esfuerzo. Si nuestro trabajo nos gusta, haremos esfuerzos pero nunca sentiremos desagrado por hacerlos.

Cuando éramos chicos, un amigo era muy hábil en el oficio de zapatería. Éramos de la misma edad. Yo lo miraba con admiración. Él no me miraba. Sacaba la lengua por un lado de la boca y flotaba de deleite, mientras iba con todo cuidado ajustando la gruesa suela, con aquellas afiladas cuchillas de acero, esmeriladas a partir de trozos de sierra.

Jim Collins (“De buena a grandiosa”) señala que la situación laboral óptima se da cuando una persona hace lo que le apasiona, que a la vez es lo que puede hacer mejor, y con lo cual genera un buen ingreso. Muchas personas tienen que conformarse con el puesto que “les salió”, porque el mercado de trabajo o la situación económica no da mucho espacio a la elección. Pero a pesar de ese hecho real, conviene mantener la búsqueda de la situación óptima que plantea Collins. En el puesto que no nos apasiona, rendimos menos, y con menos probabilidad llegaremos al estado de deleite, de flujo, que alcanzaba mi amigo en su hobby de la zapatería.

Posiblemente el artesano medioeval, se ubicaba en la situación óptima. Luego la revolución industrial, estandarizó los puestos. Pero ahora, la revolución de la infocomunicación, viene a romper los esquemas, a abrir ilimitados espacios de creación y de expresión. Quizá estemos a las puertas de una nueva plenitud laboral ante lo cual conviene mantenerse alerta y en estado de exploración.


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