El señor Ministro de Educación (La Nación 9 junio 2010) da la buena noticia a maestros y estudiantes, de que podrán ver la ceremonia y el juego inaugurales de la Copa Mundial. Pero la mejor noticia es la forma cómo explica a los maestros que ese no será tiempo perdido, sino que podrán utilizar ambos eventos como ocasión de aprendizaje. Todo maestro, todo estudiante, todo padre, todo profesor, deberían leer ese mensaje.
La gran revolución que espera al mundo, es una revolución del aprendizaje. La revolución tiene que empezar por decirlea quienes se dedican a la enseñanza, que están en el negocio incorrecto. Que en lo que tienen que trabajar es en promover el aprendizaje. Que con la gran cantidad de conocimientos que están a nuestra disposición, la ilusión de querer comunicar todos los que se refieren a una asignatura o a una carrera, es un empeño fallido.
Que a los estudiantes los tenemos con nosotros un semestre, o un año o cinco. Pero que su vida de aprendizaje posterior a su graduación en la universidad, o en el colegio, durará más de sesenta años. Y que entonces lo más útil es ponerles en su caja de herramientas, lo que van a necesitar en el futuro: conocimiento y aceptación de sí mismos; sensibilidad para percibir; inquietud por lo que perciben; destrezas parainterrogar la realidad; rigor científico para discurrir en ese ejercicio de preguntas y respuestas; cultivo y respeto por la palabra como instrumento de conocimiento y comunicación; tolerancia, aceptación y si fuera posible amor por el otro, como medio para convivir civilizadamente.
El conocimiento naturalmente adquirido por quienes no tienen educación formal o la tienen limitada, es un fenómeno admirable. De ahí que la educación formal tiene que cuestionarse en cuanto a su eficacia y posiblemente reinventarse, para lo cual se necesita humildad, pulsión innovadora y perder el temor al cambio que nos hace sentirnos cómodos con lo que hacemos y con cómo lo hacemos.