El mejoramiento personal, como por ejemplo cuando se adquieren nuevas ideas, nos liberamos de limitaciones, y nos convertimos en nuevas personas, eso que los griegos llamaban metanoia ¿Es planeado o es espontáneo? Esto es ¿Podemos hacer una hoja de ruta de cómo queremos ir mejorando, o tenemos que dejar ese logro a la espontaneidad? ¿Si no lo planeamos no lo alcanzamos o apostamos a que “de camino se arreglan las cargas”?
Henry Mintzberg, tratando sobre estrategia,utilizó hace mucho tiempo un símil muy sugestivo. Dice que el alfarero, toma la arcilla con una determinada vasija en mente. Pone manos a la obra en el torno y va intentando formar la vasija que visualizó. Pero que dependiendo dela arcilla, de la humedad, del clima del día, del ímpetu con el que opere el torno, la vasija originalmente planeada, acaba convertida en otra.
Se puede programar un mecanismo. Queremos que la alarma del reloj suene hoy a las ocho de la noche.Y si eso no ocurre así, estamos en lo correcto si nos quejamos de la ineficiencia del reloj. Pero no podemos programar una mascota. A éstas las entrenamos y esperamos que si el entrenamiento fue bueno, cumplan lo programado con una alta probabilidad… pero probabilidad al fin, esto es, que existe la posibilidad de que algún día se hagan pipí en la alfombra.
Un ser humano puede ser entrenado y de hecho algunos de nuestros comportamientos proceden de ahí. Nos levantamos al sonido de la alarma, desarrollamos unas rutinas cotidianas, hacemos silencio cuando entramos a una biblioteca, miramos hacia el techo cuando entramos en el elevador, frenamos abruptamente cuando la luz cambió a rojo.
Pero los mejoramientos esenciales proceden de una mezcla de programación, -de fijación de metas, de señalamiento de ideales- y de espontaneidad –modelos que vamos viendo en el camino, mareas bioquímicas que nos impulsan- y así, tal vez no llegamos a ser la vasija planeada pero sí otra igual de valiosa.