Valores del nuevo capitalismo

La conferencia celebrada en París en los últimos días de la semana pasada “Nuevo mundo, nuevo capitalismo” moviliza la imaginación. Y mucho más la moviliza una de sus mesas redondas ”Valores del nuevo capitalismo”, la cual, creemos conjugará la frase-lema de Sarkozy de que hay que moralizar el capitalismo.

El capitalismo es un gran mecanismo. Una forma de canalizar la acción humana para optimizar sus resultados materiales. Su crisis reciente ha merecido ríos de tinta y de electrones. Sus contradicciones de siempre, no tanto.

El sistema capitalista es muy coherente desde el punto de vista de la producción y el consumo: si se es productivo, se adquiere el derecho a consumir lo que se desee. Pero desde el punto de vista de la dignidad humana se queda sordo y mudo. Los bienes, el esfuerzo humano convertido en bienes, fluye hacia donde está el poder de compra. Así, la mascota de quien tiene medios, puede consumir mejores alimentos que el hijo de quien no los tiene. Lo que se gasta en cosméticos podría solucionar problemas mundiales de agua potable y salubridad. Y los impuestos pagados por todos los habitantes del mundo que se destinan a armamentos y a mantener soldaditos, podrían impactar el problema de la exclusión. Los costos sociales de la acción productiva han sido ignorados hasta hace poco: se puede producir un bien causándole daño al ambiente, sin que le ocurra nada a las ganancias de la empresa.

Sarkozy va bien orientado. El capitalismo debe operar según sus reglas pero condicionado por valores, encarnados en las personas, no en el mecanismo. Y quizá baste con cuatro: claridad sobre lo que es esencial, a pesar de todo el ruido que nos hacen las cosas y el confort; sostenibilidad, porque tierra solo hay una; solidaridad -en el tiempo y en el espacio-, porque nos obligan los derechos humanos; y responsabilidad porque en un mundo tan interdependiente, no hay acciones individuales que no afecten a los demás.


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