Se ha dicho que para cocinar una rana hay que ponerla en agua apenas tibia e irla calentando. Si la ponemos de pronto en agua caliente, saltará y escapará. Milímetro a milímetro el agua o los problemas podrán llegarnos al cuello y no reaccionaremos. Es la táctica del salami que se le atribuía a Khrushchev: iba haciendo cosas pequeñas en perjuicio de su enemigo, tan pequeñas que no valía la pena reclamar por ellas … le iba quitando al salami rebanadas muy delgadas, en la esperanza de dejar al enemigo al final, con solo la cuerdita donde estuvo colgado.
La llave de cañería que gotea o el ruidillo que hace la máquina,llaman nuestra atención pero no con suficiente intensidad como para motivar la reparación. Hasta que al final llega la elevada factura del agua o se daña la máquina.
Así se van creando los malos hábitos, de alimentación, de descanso, de trabajo. Así van anidando las malas prácticas de salud emocional: una vez no es problema, dos tampoco, hasta que nos volvemos obesos o trabajólicos o ansiosos.
En el país, la inseguridad, el congestionamiento de transportes, la contaminación, la complejidad de los trámites, no dan saltos sino que avanzan milimétricamente. Lo mismo en la empresa el desorden, el incumplimiento de plazos, el descontrol de los procesos, los fallos de calidad, el deterioro del clima organizacional.De ahí que no haya suficientes razones para reaccionar, hasta que luego es muy tarde. Vamos sintiendo cómo el agua sube de nivel pero no hacemos nada.
¿Será esto un defecto de la forma humana de percibir ? ¿O será un
defecto de nuestra forma de accionar? ¿Y cómo resolverlo?Fijándose estándares rigurosos. Las llantas de los aviones se cambian a los tantos aterrizajes, aunque “todavía aguanten”. Y cuando a las abuelas les preguntábamos cuánto se puede robar sin que sea pecado, respondían “lo que le quepa en un ojo sin estorbarle”. Luego lo que sigue es aplicar los estándarescon seriedad y atacar sin miramiento las desviaciones.