Visualizar la meta

Un núcleo de nuestro encéfalo llamado la formación reticular, condiciona la imagen que nos formamos de la realidad. Selecciona las percepciones que tenemos. Determina sobre cuáles elementos del entorno vamos a estar alerta. Si recién adquirimos un determinado objeto -prenda de vestir, celular, automóvil- se aumenta nuestra sensibilidad para detectar otros objetos semejantes.

David Allen (Getting things done), sostiene que cuando enfocamos nuestro pensamiento en alguna meta, inmediatamente creamos ideas y patrones de pensamiento relacionados con esa meta y que aun nuestra fisiología responde a una imagen creada en nuestra mente como si fuera real.

Cuando nos formulamos la meta de concluir un trabajo, realizar un viaje, reunirnos con un amigo, podemos hacerlo “queriendo sin querer” o queriendo con totalidad. Muchas de nuestras metas no se realizan porque no tienen suficiente resolución tras ellas: un día voy a hacer tal cosa, cuando tenga tiempo voy a ir a tal lugar, me gustaría realizar tal proyecto. Todo esto constituye algo que podríamos llamar metas nebulosas.

Está demostrado que un atleta que se visualiza como alcanzando la meta, tiene mayor probabilidad de lograrlo que quien duda en hacerlo. En cuanto la meta se plantea con claridad, estamos en marcha. De ahí que Allen recomiende que veamos los proyectos, no desde la perspectiva del camino que hay que recorrer, sinoque los imaginemos ya realizados de manera excelente; que imaginemos el resultado exitoso y nuestra sensación de triunfo.

Veamos el problema, no como el sueño inalcanzable, como la pendiente, que sin duda hay que subir con esfuerzo. Sumerjámonos más bien en la imagen de la solución ya obtenida y sus consecuencias de éxito, bienestar, imagen. Concentrémonos en el regocijo de haberlo logrado. Si así lo hacemos, nuestra capacidad de pensar, de imaginar, de accionar, se activará y generará ideas, voluntad y entusiasmo en la dirección de la meta.


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