Este contrato al que llamamos TLC es muy complejo. Es un paquete de oportunidades y riesgos, como decidir estudiar una carrera, cambiar de empleo o casarse. Decidir es difícil aún cuando los términos de la decisión son simples: quedarse esta noche tramitando tareas pendientes o ir al estadio. Y mucho más difícil lo es cuando los términos son muchos, complicados, futuribles, es decir, posibles solo si se dan ciertas condiciones.
Ante una decisión difícil se desatan temores y fantasías. Veamos algunos. Sin duda el TLC aumentará la intensidad de lacompetencia. Temor: eso nos meterá en lo que en inglés denominan la carrera de ratas, esto es a dedicarnos en cuerpo y alma a buscar mejores niveles de bienestar material. Subirá la productividad, aparecerán otras opcionesy otros modos de trabajo, por ejemplo teletrabajo y horarios flexibles. Si nos apuntamos o no en la carrera de ratas dependerá en mucho de una decisión individual.
El TLC aumentará la oferta de bienes y servicios. Temor: que eso nos lleve a un consumismo más intenso. De nuevo, en un país con mayor desarrollo aparecerán otras oportunidades de ahorro y de inversión, de manera que volvernos más consumistas es una opción y no un designio.
Temor: Se hará más ancha la brecha social y eso implica más violencia.Ya tenemos violencia. Ya tenemos brecha. Para ambos serios problemas necesitamos políticas públicas eficaces y quizá costosas, las cuales serán más factibles en un país más productivo.
Temor: Se transformarán algunos valores tradicionales. Claro que sí. Hace cincuenta años tertuliábamos en la pulpería y la abuela vivía en nuestra casa. Eso cambió. El simple transcurrir del tiempo –con o sin TLC- cambia las circunstancias y hace que cambiemos nuestra manera de vivir.
Temor: vamos a perder identidad. ¿Será posible agringarnos más aún?
El país se hará más complejo, habrá más opciones las cuales podremos elegir libremente. Eso demandará más responsabilidad individual y nacional.