La palabra abril, viene del latín aperire, abrir, florecer, brotar, renovar. Es la primavera en el hemisferio norte. Aquí también. Y si no, que lo diga la florescencia blanca y rosa, crespa, abundante, rotunda,de los robles de sabana y de las llamas del bosque. Abril es tiempo de renacimiento, de resurrección.
Resucitar es brotar de la muerte. De la falta de amor, de empuje,de vitalidad. De la ausencia de propósitos. De la resequedad de los anhelos. De la aridez del espíritu. De la flojera de miras. De la horizontalidad. De la abulia. De la apatía. Del amilanamiento. De la depresión. De la hibernación. De la pasividad. De la incomunicación. Del olvido del heroísmo. De la falta de confianza. Del encogerse de hombros. De la creencia de que no hay solución. Que no hay remedio.
El realismo nos hace ver las dificultades. Nos señala la cuesta arriba. Los obstáculos. Lo que hagamos con esos datos de la realidad, depende bastante de cada uno. Unos se sentarán al borde del camino. Harán sus cálculos derrotistasy optarán por la inacción. Otros renovarán su empeño. Sabedores de que podrían no alcanzar la altura, pero que vale la pena intentarlo. De que podrían quedar en el camino, pero que no querrían quedar aquí sin averiguar hasta dónde hubieran llegado. Pensando que quizá mañana, al hacer las cuentas, valorarán más las luchas que las victorias. Más los esfuerzos que los logros. Más los momentos de corazón ilusionado que losresultados obtenidos.
Es tiempo para intentar. Para renovar afanes. Para accionar con esperanza en que los frutos que no se ven, se verán. Que la racionalidad se impondrá a la barbarie. Que el orden se irá haciendo evidente en medio del caos. Que el sentido puede iluminar aun a las situaciones de enfermedad y de miseria. Que el ser humano es apenas un proyecto, que recién empieza a recorrer la trayectoria.
Todo esto lo moviliza este amado mes de abril y esta Pascua que siempre recuerda la liberación y la tierra prometida.