En el pasado los programas de micro-empresas enfrentaban una monótona demanda de crédito para instalar talleres de costura o talleres de calzado. Como que la idea inspiradora del emprendimiento, era la de “produzcamos lo que traemos puesto”. Cuando vemos lo que muchas familias hacen para mejorar su ingreso, parece que la idea inspiradora es “produzcamos algo que se coma” y entonces se produce empanadas, helados, refrescos, dulces, etc.
Podríamos pensar en pequeñas empresas que “economizaran tiempo” y vendieran servicios de mensajería, de gestiones. Se podría pensar en “vender conocimiento”, como la empresa que por quinientos colones el minuto atiende dudas médicas en un teléfono 800. O en “producir apoyo informático” para ayudar a tantas personas que enfrentan problemas puntuales con sus computadoras domésticas y tienen que a llamar a sus amigos para resolverlos, o esperar a que regrese la chica del colegio.
Los estudiantes se beneficiarían de alguien que “produjera apoyo académico”, para recomendarles fuentes y temas, o para desbloquearlos en algunas etapas de sus estudios o de sustrabajos finales de graduación.Se puede producir “libertad para vacacionar” no solo proveyendo vigilancia para la casa que quedará sola sino también atención para las mascotas. O liberar a los padres de colegiales que tienen que ir a recogerlos de las fiestas que terminan en la madrugada, produciendo un servicio de “escoltas para adolescentes”.
Un servicio de “valets” que llevaran los vehículos al taller o a la revisión. O lo que en el futuro sustituirá en demanda a las maestras de preescolar: acompañantes para ancianos para tomar el sol, para visitar al médico o para realizar algunas gestiones. O un banco de personas confiables y diestras que puedan realizar trabajos de mantenimiento y reparaciones domésticas. Y todo esto sin empezar a pensar en lo que podrían necesitar subcontratar las empresas presentes y futuras.