Una investigación de la Universidad de Melbourne, Australia, según reporta The Economist en su edición del 8 de junio anterior, confirma lo que es creído mayoritariamente: que los varones son menos sensibles a percibir las emociones. Pero establece una excepción, y es que sí son muy sensibles para percibir la ira, el enojo, en otros varones. Los investigadores sospechan que esto se debe a que la capacidad de distinguir cuándo alguien está enojado sirve a la supervivencia y que puesto que desde un punto de vista físico, muscular, la ira de un varón es más peligrosa que la ira de una mujer, es importante tener más sensibilidad para lo primero.
Concluyen algo más: Si el enojo de los varones es tan notorio, eso refuerza el uso del enojo para llamar la atención. Pensamos que eso explica por qué padres, jefes, maestros, árbitros de fútbol y policías, recurren con mayor frecuencia al gesto airado, alregaño desabrido que a la retroalimentación constructiva.
La investigación también da pie a que las mujeres que ocupan posiciones de autoridad, desde jefas hasta esposas,si sienten que si las señales de su enojo tienen menos efecto que las de sus colegas varones,comprendan que esas señales que envían, no es que sean ignoradas adrede, sino que sus compañeros perciben más fácilmente las que envían los varones que las que envían las mujeres.
En cuanto a los varones, una reflexión interesante es que puesto que nuestro enojo es tan fácilmente perceptible, seguramente hemos aprendido a considerarlo una reacción de última instancia, y entonces invertimos mucha energíaen reprimirlo o maquillarlo. Esa energía la podríamos dedicar a mejores fines si aprendiéramos a transformar, a civilizar,nuestras emociones de enojo, a fin de convertirlas en otrasmás maduras, más desarrollantes, que nos permitan ir mejorando nuestra interacción con los demás, haciéndola más constructiva, más apacible, más profunda, en suma,más propicia a la colaboración.