Algunas circunstancias son naturalmente inseparables de otras. El hielo es frío. Otras, no son inseparables pero son exigidas por la lógica o por fuertes convenciones sociales. Un juez puede llegar al juzgado con un traje color rojo, pero haría noticia. Se espera que unapersona a la cual su credo religioso la obliga al amor al prójimo, esté dispuesta a ser solidaria con sus vecinos que enfrentan algún problema.
La coherencia es muy importante porque nos permite hacer predicciones sobre el comportamiento de los demás. Podemos adivinar cómo va a comportarse el amigo leal cuando lo necesitamos. O predecir cómo va a resolver un asunto la jefe de quien sabemos que siempre procede con equidad.Pero aun siendo tan importante, la coherencia es una cualidad subordinada. De Mello narra que alguien organizó durante mucho tiempo una manifestación contra el gobierno. Pero que cuando llegó el día D, se convenció de que la acción era injusta y decidió cancelar el evento. Alguien le increpó: ¡Cómo, después de tanto preparativo! ¡Te van a acusar de incoherente!. Y él respondió: mi compromiso no es con la coherencia, sino con la verdad.
Lo que llamamos doble vida o doble discurso es comportarse de cierta manera en unas situaciones y contradictoriamente en otras. Al respecto, una narración de don Teodoro Picado sobre Ricardo Jiménez, en un libro compilado por don Eugenio Rodríguez y publicado por la UACA: “Frecuentaba en esta época … galleras y garitos …(pero) se cuenta que no volvió, desde que habiéndose suscitado una discusión con motivo de un lance de juego, un chino lo propuso como árbitro para que dirimiera la querella, diciendo: ‘Lo que diga Licaldo, que es hombre honlado”. Hombre –le respondió don Ricardo- si fuera un hombre honrado no estaría aquí, con ustedes y se fue; no puso jamás, nuevamente, sus pies en una casa de juego”.
Nobleza obliga. Pero también obliga la profesión, el cargo, la edad, o el papel que los demás nos han ido asignando.