Ésta puede ser Semana Santa, o al menos Semana Seria. Hagamos una excursión en torno a conceptos, ideas, aspiraciones, a los que nunca visitamos, impedidos por la escasez de tiempo y de sosiego.
Espiritualidad no es sinónimo de religión ni de liturgia. Ambas son caminos hacia la espiritualidad. La tarea de profundizar espiritualmente tiene que ver con el refinamiento de nuestros talentos y sobre todo, con lospropósitos que tenemos para refinar esos talentos. ¿Queremosmás conocimientos y más destrezas para venderlas en el mercado? Eso no es espiritualizarse: es mercadearse. ¿Queremos más sensibilidad por la belleza porque eso suena “caché”? Eso no es espiritualizarse: es entrenarnos para tener una mejor imagen. ¿Queremos ser más empáticos con los demás porque así es más fácil ganar amigos ?. Eso no es enriquecer el espíritu sino engordar el manual del manipulador.
Una buena meta espiritual para esta semana, sería rendirle culto a la virtud. La virtud no es una tontería. Sería deseable que todos la practicáramos o que al menos la apreciáramos. El empeñoso no es un alienado. Quien se esmera no es un estresado. El estudioso no es un nerdo. Quien medita en la trascendencia de las cosas no es un amargado ni un tremendista. Decía Roberto Murillo quenadie puede perseverar en la cultura de las diferencias y de los valores cuando reina un general aplanamiento e indiferencia. Y queal haber perdido “paladar”, disminuye la “demanda” y, por tanto el “precio”, de las cosas del espíritu.
Un buen propósito para esta semana sería hacer un esfuerzo por apreciar las diferencias, los matices. Por dejar de estandarizar a las personas y en cambio, contemplar y valorar las características personales de cada quién. Así comprenderíamos que cuando hablamos de “el personal” o de “la gente”, de una cierta manera estamos atropellando y mutilando a las personas. Sacudamos al menos por esta semana la limitante creencia de que en lo espiritual también existe la talla única.