Ejercer control

El ser humano sano, busca modificar el medio en el cual vive. El niño emite sonidos para que su madre le cambie el pañal. Cuando algo no nos gusta enarcamos las cejas para que el interlocutor cambie su comportamiento. Sin embargo ese afán de modificar el medio, no solo es propio de los humanos. El gato trata de modificar el medio: prefiere ratón en sus garras que ratón discurriendo plácido por ahí.Y prefiere la leche en su plato que en la refrigeradora. En lo que sí se distingue el ser humano es en que esa modificación del medio es pensada, deliberada, racional, con sentido.

Según algunos autores, si no intentamos modificar el medio, algo se va quebrando en nuestro interior. A las personas que son secuestradas se les recomienda que intenten de varias maneras modificar el medio.Algunas formas sutiles son por ejemplo, no comer recién te sirven la comida. Con ello el secuestrado controla la hora de comer y no come cuando su guardián lo ordene. O llamar al guardia y hacerlo detenerse cuando ya se va, con el pretexto de preguntarle la hora o de darle una queja. De esa manera se evita el llamado “síndrome de Estocolmo”, según el cual el cautivo acaba adhiriendo, uniéndose, colaborando con su captor.

Algunos psicólogos recomiendan que cuando se tiene una pena o un temor,una buena forma de irlos digiriendo es escribir privadamente sobre ello. Siempre me ha parecido que lo que hace insidiosos a algunos temores o penas es la resistencia que tenemos a abordarlos con realismo, con aceptación. Por eso, manipularlos por escrito, escribir las palabras simbólicas temidas que los representan, concretar en el papel los sentimientos que nos envuelven, podría ser una forma de influir en las circunstancias. El pensamiento solo se hace manipulable cuando lo escribimos. Escribir es someter a la palabra. Los sentimientos producen verdaderas tormentas internas, hasta que los tomamos y los inmovilizamos a nuestra vista y paciencia en un papel.


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