Anhelos y productos

Vamos al mercado con dinero, ilusiones y una bolsa.Lo que exhiben los escaparates no es lo mismo que lo que busca nuestro corazón. Las chicas que se hacen implantes de silicona no andan detrás de la magnitud que denominamos volumen. Van tras el sex appeal, el cual es una realidad, pero no estrictamenteasociable al volumen. Las damas –y ahora muchos caballeros- compran maquillajes cuando en realidad buscan la ilusión de detener el sensible paso del tiempo por su rostro. En temas de mayor trascendencia, nos preguntamos si los miles de estudiantes que llenan las universidades están interesados en adquirir conocimientos o en obtener un título, cuestión que no es irreal, si leemos las múltiples ofertas que llegan por la red para otorgarnos maestrías y doctorados a cambio de tantos dólares. O si un estudiante pregunta al profesor si tal tema entra o no entra en el examen.

Los gimnasios palpitan con la actividad de sus esforzados clientes. Buscan calidad de vida o músculos para exhibir. Y sin duda,algunos buscan la eterna juventud. Los productos son neutros. Las ansias y la fantasía de los seres humanos los cargan de sentidos muchas veces engañosos. Encogemos los productos, como cuando vamos al estadio no para ver un buen partido, sino para ver a nuestro equipo ganara toda costa. O los ampliamos, como cuando un restaurante transforma el acto simplón de ingerir alimentos, en una experiencia estéticade música, espacio, luz,color y atención refinada.

La herramienta que vemos en la ferretería lleva nuestra imaginación hasta ese mueble terminado del cual nos ufanaremos y así se van poblando los hogares de herramientas en reposo. Y de instrumentos musicales con los cuales intentamos despertar al virtuoso que habita en nuestro hijo.

Todo esto lo conocen muy bien los publicistas y con gran habilidad impulsan nuestros sueños. Y los encargados de imagen de los candidatos a puestos de elección popular y por eso el capital político dura cien días.


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