Al final del año, en preparación para el venidero, quien más quien menos, formula su estrategia. Una de las maravillas gratuitas de la condición humana, es el afán de mejorar. Lo bueno, lo mejor, nos arrastra. A veces nos resistimos. A veces confundimos las metas. A veces distorsionamos lo que sentimos. A veces creemos que lo bueno, lo mejor, están donde no están y nos afanamos persiguiendo lo que no nos llevará a situaciones de mayor felicidad. Ciertamente, también tira de nosotros lo desarmónico, lo destructivo, tanto que en el niño,con todo y lo inocente que creemos que es, vemos dos impulsos opuestos: el impulso a construir y el impulso a destruir.
La estrategia, el plan para el año entrante, se hace fácil. Cumplirla tomará todo el año y requerirá de esfuerzo, de tiempo, de energía, de perseverancia. Y sabemos, por la experiencia de este año que termina, cuánto cuesta mantener un empeño, con cuánta frecuencia escuchamos voces seductoras que nos dicen que no vale la pena, que estamos haciendo el tonto, que eso no dará resultado. Seguramente de esta experiencia sacaron los griegos su fantasía sobre el canto de sirenas. Abandonar, descansar, decretar una tregua o un armisticio son llamados que se cuelan en cuanto sentimos el cansancio yel desaliento.
Los recursos personales –igual que los de las empresas y los de las naciones- son limitados. No alcanzan para todo lo que queremos hacer. Por eso tenemos que dosificarlos, esto es utilizarlos con criterio económico. Eso es lo que hacemos cuando aplicamos los esfuerzos ahí donde su impacto es mayor. Ninguna estrategia empresarial ni personal puede tener cincuenta temassobre los cuales haya que accionar. Las mejores estrategias son aquéllas que concentran los esfuerzos en unos pocos puntos de interés, donde los resultados a obtener serán mayores. David le ganó el combate a Goliat porque lo impactó en la cabeza. En ciencia militar, se sigue el llamado principio de concentración, y nada agobia más a un general que la aparición de un segundo frente que le obliga a distraer su atención y sus recursos.
Entonces, convendría tener claras –en la estrategia personal lo mismo que en la de la empresa-las dos o tres áreas en las cuales necesitamos concentraresfuerzos porque sentimos que en ellas el impacto será mayor. Ypara empezar, una advertencia:no solo existe el área productiva o económica. El mercado nos envía unas señales tan claras que a veces nos parece que solo fuéramos seres para ganar y consumir. Somos seres para la vida, para la totalidad.Claro que tendremos que trabajar, claro que sería bueno obtener una promoción, claro que sería bueno obtener mayor remuneración. Pero hay otras áreas de interés: afectiva, espiritual, comunitaria, física, intelectual, recreacional.
Mencionar estas áreas no es suficiente. Tenemos que ser más específicos. Tenemos que encontrar en las áreas de interés, los puntos en los cuales vamos a concentrar esfuerzos. ¿Queremos mejorar la calidad de las relaciones con la familia? . Habrá que crear momentos para hacerlo. Quitarle tiempo a otras cosas. Habrá que revisar qué es lo que hay que cambiar. Podríamos mejorar la forma comoconversamos. O leer juntos lo que nos interese a todos. O hacer cineforoen familia. O emprender un proyecto conjunto, desde caminar juntos hasta cocinar juntos.¿Queremos formarnos opiniones más robustas? Podríamos buscar más información. O escuchar con apertura a quienes piensan distinto. Formular argumentos puestos en la posición de los otros. O buscarquien critique nuestras opiniones. O autoanalizarnos para descubrir nuestros rotundismos, el apego a ciertas ideas y el temor a otras.
Los propósitos son como billetes de diez mil pesos. Si no los cambiamos en menudo –si no los detallamos- no nos servirán en el bus y no iremos a ninguna parte.