La Revista inglesa The Economist, publica una nota sobre una investigación realizada en un grupo de 161 ingenieros, miembros de una empresa de telecomunicaciones,cuyo resultado puede resumirse en la afirmación de que hay una asociación positiva entreestar dispuesto a intercambiar ayuda con sus colegas y la productividad personal. Intercambiar significa dar y recibir. Según la investigación eran más productivos quienes daban y recibían ayuda que quienes solo la daban.
¿Por qué será eso así? El investigador Francis Flynn de la Universidad de Columbia,esboza tres posibles explicaciones. Primero, cuanto más consciente está una persona de lo que puede ofrecer a los demás, más va afinando su destreza para pedir y dar ayuda. Segundo, las personas que se ayudan aprenden a confiar en los demás y de esta manera se van disponiendo a hacer favores mayores porque se van sintiendo que es más probable que reciban ayuda en reciprocidad. El viejo “hoy por ti,mañana por mí”. Y tercero, porque es más agradable trabajar con personas que están dispuestas a ayudar,que con quienes no lo están.
Esta investigación nos dice más. Nos dice que las personas en las empresas no son casillas del organigrama, nipiezas que las ocupan. Son elementos de un organismo vivo. Un grupo de trabajo, o una empresa se parece más a un gato que a un tractor. Pero no nos quedemos ahí. Un grupo de trabajo es un organismo que no solamente reacciona como un gato, sino que es un organismo pensante y con voluntad. Elige hacer o no hacer; elige cómo hacer. Pero, subiendo una grada más, es un organismo pensante y ético, esto es, no es como una computadora a la cual se le alimentan unos datos y nos da una respuesta fríamente apegada a los datos. Un grupo de trabajo tiene una cierta ética, esto es, considera que unas cosas es bueno hacerlas y otras no. En un grupo de trabajo se planteantemas éticos todos los días: ¿Hay obligación de cuidar los equipos a pesar de que son de otras personas? ¿Se deben señalar formas de hacer mejor las cosas aunque el jefe sea un sabelotodo? ¿Vamos a ayudar al compañero porque un día podríamos necesitarlo, esto es, para comprar un seguro por si en el futuro estamos en necesidad? ¿O lo vamos a ayudar porque creemos que hay que ayudar siempre que se pueda ? Esto último, de lo que trata es de la cuestión de si vamos a proceder por puro interés personal o si estamos dispuestos a ser generosos.
En los tiempos imprudentes de la reingeniería, se eliminaban algunas plazas “improductivas” y la productividad bajaba. Resulta que los improductivos, lo eran tal vez en las tareas medibles, pero hacían funciones grupalmente valiosas. Como el pulpero de aquellos tiempos que no solamente vendía abarrotes sino que divertía a los parroquianos, les contaba lo que había escuchado por la radio o lo que había leído en las horas en que nadie entraba a la pulpería, conocía de remedios y sabía quién hacia bien cuál oficio en el vecindario. Se dice que en un equipo de trabajo, no solo es valiosa la contribución de los más productivos sino también la de quienes alientan al grupo cuando las cosas salen mal o saben poner notas de buen humor en las dificultades. El trabajo realizado es solamente parte de lo que produce un buen grupo. El otro producto valioso es la formación de relaciones que potencian el trabajo de todos y que constituyen lo que hoy se denomina capital social. No basta con once jugadores para tener un buen equipo de futbol. Deben entenderse, apoyarse, conocer sus estilos de juego, ser unos causa de que los otros estén dispuestos a esforzarse más.
Cuando dos intercambian ayuda, ya no son uno más uno; son dos más un vínculo. Eso ya lo sabíamos desde que éramos adolescentes y mediante una mirada –no una mirada cualquiera- quedábamos atrapados en un vínculo.