Leche muy fresca traigo a la villa

… de vacas gordas como otras no hay… Y otras cosas lindas decía la canción escolar llamada El lecherillo, atizando la idealización del pasado. Lo cual también hacemos con las fotografías. Tiramos las que nonos gustan y nos quedamos con las que sí. De ahí que en un álbum de fotos o en nuestra memoria, todos los eventos son agradables. Por eso añoramos algunos elementos parciales del pasado. Qué lindo cuando en cada barrio había un hortelano a quien se le podíancomprar tomates frescos y sin agroquímicos para la ensalada del almuerzo. Qué lindo cuando el lechero bajaba de Coronado y nos dejaba aquella leche espesita de la cual con facilidad se podía hacer natilla. Pero esos elementos de la realidad, estaban estrechamente relacionados con otros elementos que no eran tan agradables. El bus pasaba cada media hora rodeado de un nubarrón de humo. En el barrio sólo había dos teléfonos. Algunos teníamos un par de zapatos. Muchos ninguno. Camisa nueva, sólo en diciembre. Tres o cuatro colegios en San José. Y partidos internacionales, sólo en el Estadio Nacional. La mortalidad infantil era alta. No en todas partes había agua potable. La electricidad era escasa y con voltaje variable. (En Cartago, al alumbrado público se le denominaba “el diez de achiote” porque las bombillas daban una luz palideja y amarilla). Qué lindo el hortelano; qué lindo el lecherillo. Pero ¿Y lo demás?

Los países progresan en todos los frentes. Evoluciona la educación y el gobierno. Las empresas y las comunidades. El consumo y las instituciones. La ciencia y la técnica y las diversiones.No podemos tener unos cambios sin otros que los acompañan. Cambian las situaciones, no elemento por elemento. Imaginemos que las circunstancias fueran una pintura. No es posible retocar esta nube, sombrear este árbol y hacer más espumoso el arroyo.El tiempo cambiará todo el cuadro y no sus partes.Imaginemos que estuviéramos en el año cincuenta o por ahí. La mayor parte del transporte de carga dentro de la ciudad se hacía mediante carretones. Repasemos las actividades económicas que giraban en torno a ese negocio: había personas que construían y reparaban carretones; que fabricaban aperos para el caballo; que reparaban manteados;que herraban caballos y ruedas. Había que alquilar un solar para tener al caballo. Cuando el desarrollo fue haciendo aparecer los camioncitos de carga la gente podría afirmar que iban a ser de poca utilidad porque de San Sebastián a Paso Ancho, de Plaza Víquez a Zapote, de San Francisco a la I Griega, todo eran barrizales en invierno. Y quién iba a enseñarle a los carretoneros a conducir camioncito; y de dónde iban a conseguir el dinero para comprarlo; y quién iba a reparar los camioncitos y qué lejos había que ir a unas pocas bombas de gasolina a poner el combustible.

Pensar en el futuro desde este presente que nos resulta conocido y familiar, nos lleva a cometer errores. Porque los cambios no son cambios de cosas aisladas sino de situaciones que son como tejidos. Nuestros abuelos resucitados no sabrían cómo moverse entre tanto confort, recursos y oportunidades que tenemos hoy. Pero no lograrían convencernos de que estaríamos mejor si estuviéramos como hace cincuenta años.

Ese es el riesgo que nos corremos cuando nos oponemos a marchar con el progreso.Por no saber qué iba a ser de los carretones, nos hubiéramos opuesto a los camioncitos. Por no saber qué hacer con los lecherillos de Coronado, hubiéramos impedido que apareciera la Dos Pinos. Por no saber de donde iban a salir los profesores paratanto colegio, nos hubiéramos quedado con 4 colegios. Los cambios de hace cuarenta años, nos dieron el país que hoy tenemos. Que no es Jauja. Que es mejorable. Pero que es mucho mejor del que teníamos entonces. Los cambios de hoy, nos darán el país del 2040, año que para mí está fuera de alcance, pero quepara mis hijos y mis nietos será el tiempo de su plenitud. ¿A cuál bucólico carretón nos estaremos abrazando en perjuicio de nuestros nietos?


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