Se nos viene encima una discusión nacional. El Presidente ha dicho que el ICE no se abre, esto es, que no aceptan que otras entidades nacionales o extranjeras, hagan cosas que el ICE está haciendo. El Secretario de Comercio Exterior de los Estados Unidos, en viaje de apoyo al TLCdice que es necesario que se considere lo de la apertura del ICE. Uno entiende que lo que quiere decir es que si mantenemos la negativa, nos podemos quedar fuera del TLC. Veamos algunas cosas que ayudarían a formar una opinión.
¿Qué representa el TLC?El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, aumenta la posibilidad de exportar a Estados Unidos, un mercado que tiene quinientas veces más consumidores que el nuestro. En un mercado grande las ideas pagan en grande. Vamos a tener también la posibilidad de importar cosas de allá más baratas que las producidas aquí. Vamos a volvernos muy atractivos para que vengan inversionistasfranceses,taiwaneses o australianos para exportar desde aquí hacia Estados Unidos, con la consiguiente creación de empleos y entrenamiento de personas.Desde luego que algunas empresas costarricenses van a desaparecer porque los consumidores van a preferir los productos importados que los locales. No hay papas asadas como las de Idaho.
En este tratado de libre comercio, participan nuestros vecinos centroamericanos, de manera que si nos ponemos muy matoncitos, nos dejan por fuera y los inversionistas que hubieran venido a poner empresas aquí, se van y las ponen en Nicaragua o en Honduras. ¡Ah, pero allá no hay gente tan capacitada como la de aquí!Pues la habrá, porque los capacitados de aquí, se irán a trabajar en empresas brasileñas a Honduras. O sea que la invitación de entrar al TLC es más o menos del tipo siguiente: “Te invito a ir a una fiesta que promete estar buena –nunca se sabe-… pero si ponés muchascondiciones, no te preocupés, igual hacemos la fiesta sin vos”.
Desde luego que la soberanía costarricense nos faculta para decirle al gringuito que sobre el ICE no queremos ni hablar aunque nos deje fuera de la fiesta, y que se vaya con la música a otra parte. Y cuando se vaya, con orgullo indígena o con hidalguía española, le gritaremos que“Somos pobres pero dignos”, lo cual es una elección válida cuando la hace uno mismo al rechazar algo: “Soy pobre pero digno”. Pero no es aceptable que otros tomen esa decisión por nosotros, por nuestra familia, por nuestros hijos y nietos, porque esa decisión nos afectará no por el año que viene, sino por diez o veinte años.
Es importante aclarar cosas. Lo que nos están pidiendo es que haya apertura sobre telecomunicaciones. No nos están pidiendo que privaticemos el ICE. Ni que dejemos que cualquiera pueda venir a poner compañías telefónicas. La apertura, si somos serios, vendrá acompañada de una cuidadosa regulación. Claro que habrá resistencia. Es como si en un pueblo existiera una sola panadería. El panadero haría las cosas a su antojo porque los consumidores -¡Salados!- no tendrían otro lugar donde comprar su pan. No tendría incentivos en usar nuevas técnicas, en comprar nuevos hornos o en entrenar a sus trabajadores, porque la gente del pueblo o se come el pan como él lo hace, o no come pan. El monopolista, estatal o privado, el que es único en un mercado, piensa más en sí mismo que en sus clientes. El día que ese panadero oyera hablar de apertura pondría el grito en el cielo.
Lo que digan los sindicatos tomémoslo con pinzas. Ellos tienen sus propios intereses. ¿De quién es el ICE? De todos, o sea, de nadie. Como nadie es formalmente dueño del ICE, los sindicatos saben que tienen la oportunidad de beneficiarse como si ellos fueran dueños. Es explicable que apoyen que el ICE siga como está, sin competencia. Podrían hacerlo por idealismo, no lo descartemos, pero huele más a que lo hacen para beneficiarse,siendo un poco propietarios de lo que no tiene dueño.